Sobre 'El secreto de sus ojos'

Por Lucía García.

"El Secreto de sus ojos" basada en la novela "La pregunta de sus ojos" de Eduardo Sacheri cuenta varias historias. Muchas de amor, otras de amistad y también de violencia.
Juan José Campanella es un sólido narrador, ya lo ha demostrado con "El hijo de la novia" que alcanzó similar instancia de los premios Oscar, y con "Luna de Avellaneda", una gran pintura del impacto en los barrios del neoliberalismo.
Mucho se ha hablado desde la tarde de ayer de este film. Y las diversas interpretaciones confirman que se trata de un discurso consistente hecho de muchas hebras. Varias películas conviven en una y varias interpretaciones despiertan.
Algunos eluden la referencia a los años previos a la dictadura, a la tensión política concentrada, "a esa reflexión que todavía nos debemos" como expresó el actor Ricardo Darín.
Hay quienes hacen eje en la cuestión de la justicia. El accionar de los tribunales, la decisión del viudo de tomar la justicia en sus manos. El derecho de las víctimas -aquellas de la dictadura en una valiosa metáfora-, todas a que sus victimarios sean castigados.
Otros la recorren desde el título, y se preguntan cuáles son esos ojos. ¿Los de él, enamorado inconfesado? ¿Los de ella, apasionada contenida? ¿Los del amante viudo? ¿Los del asesino? ¿O los de la mujer asesinada?
Sorprende como también la crítica de cine elude el gran tema. El conflicto desencadenante de la trama. El origen de la historia. Es ni más ni menos que el crimen de una mujer a manos de un varón. Es el femicidio de una joven, por su condición de mujer, cometido por un hombre que al no poder acceder sexualmente a ella, resolvió matarla. Es una de las 14 historias que se esconde detrás delos 14 femicidios que ya se cometieron este año, como informa la periodista Gabriela Barcaglioni, que desde hace años lleva un registro recopilando los casos que aparecen en los medios. No hay estadísticas oficiales, claro.
El Secreto de sus ojos es también la mirada de una mujer a la que la violencia patriarcal le quita la vida. No la borremos de la escena.