Cuando nosotros hablamos de Religión Interior sabemos que de comienzo la misma frase es chocante por el tipo de grabaciones que hemos tenido. En los países de religión católica, por ejemplo, es fuertemente chocante para las nuevas generaciones escuchar la palabra “religión”. Esta palabra está relacionada con el culto católico y los sacerdotes de ese culto son gentes que –en ocasiones—bendicen los cañones, bendicen las armas y hacen una cantidad de cosas irregulares utilizando la palabra religión. De tal modo que si se asocia religión con el quehacer de los sacerdotes, la palabra misma ya cobra un sentido negativo.
Hay gente más amplia que no confunde a los sacerdotes con la religión, pero que considera a la religión como una etapa no muy diferente a la etapa de la superstición por la que pasan los pueblos en su evolución. La religión se diferencia de los ritos mágicos sólo en que tienen un escalafón de dioses organizados –una escala de dioses—y se diferencia también en que el individuo no opera sobre el mundo utilizando fuerzas, sino que se refiere a entidades más abstractas que las simples fuerzas que utilizaría, supongamos, alquien del archipiélago malayo. En general se distingue entre “religión” y “magia”. Pero, de todos modos, a la religión se la considera en una etapa superior a la magia; una forma más evolucionada o, en todo caso, una forma más disfrazada, más encubierta, de la uperstición ... con superstición de fondo.
Así pues, unas corrientes consideran a la etapa religiosa como anterior a la etapa filosófica, metafísica. Para las mentalidades prácticas, también la metafísica y la filosofía son un poco superstición. Así que habría toda una escala entre la superstición, la religión y la filosofía. Así piensa un poco el pensamiento pragmático. Otros piensan, en cambio, que la religión en los pueblos no es nada más que el reflejo subjetivo de las condiciones materiales que viven esos pueblos.
De manera que sobre el hecho religioso hay mucha discusión. Desde luego que todos están de acuerdo, parece, en considerar a la religión como la relación del hombre con un supuesto dios. Pero cuando nosotros hablamos de lo religioso no nos estamos refiriendo a la relación con un supuesto dios, sino que nos estamos refiriendo a un sentimiento. De manera que no se trata de que dios exista o no exista. Se trata de que subjetivamente puede registrarse la existencia del sentimiento religioso. Este es nuestro punto de vista: el del sentimiento religioso y no el de dios.
En distintas ocasiones hemos hablado de este punto y hemos considerado al sentimiento religioso como apto para cosas muy diferentes. Ustedes conocen que en el pueblo judío, sometido al dominio babilonio, el sentimiento religioso actuó como unificador y factor de liberación de ese pueblo; y lo mismo sucedió luego en Egipto, y tuvo connotaciones religiosas y mesiánicas en el levantamiento de Jerusalén contra el Imperio Romano. Ustedes saben que así como se han producido movimientos liberadores en torno al sentimiento religioso también se han producido grandes opresiones. Ustedes conocen muy bien los hechos de la Inquisición en nuestro occidente. Ustedes saben que también ha servido el sentimiento religioso como forma de anestesia de las clases opresoras. Este sentimiento ha servido en el Islam, por ejemplo, como fenómeno unificador y liberador. La gente de color en los Estados Unidos que se relaciona con el fenómeno islámico lo considera como un factor de cohesión y un factor de liberación frente a la opresión de otras razas. El fenómeno que dio lugar al Budismo en la India fue también de lucha y fue una liberación frente al sistema de opresión de las castas brahmánicas. Los españoles cuando dominaron a las civilizaciones inca y azteca comprendieron muy bien que la modificación que tenían que producir en esos pueblos era sobre todo de tipo religioso; porque no bastaba remover las estructuras económicas, políticas y sociales de esos pueblos si subjetivamente no respondían a los mismos instrumentos ideológicos de ellos. Ellos los comprendieron muy bien y, entonces, barrieron con la religión de esos pueblos. Casi todos los movimientos revolucionarios de esos pueblos incaico y azteca tuvieron un tono religioso.
De manera que si queremos interpretar el fenómeno religioso con justicia, debemos en ocasiones considerarlo opio de los pueblos, pero en ocasiones instrumento de liberación. En ese sentido el sentimiento religioso no es muy diferente a un cuchillo: con un cuchillo se puede matar, pero también se puede cortar carne; con un avión se pueden arrojar bombas, pero también se pueden arrojar medicamentos. Nosotros consideramos al sentimiento religioso como un instrumento neutro, que puede ponderarse en un sentido u otro.
De manera que nuestro acento no está puesto en la idea de dios (¿cómo es dios? ¿cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler?) sino en el sentimiento. Y, ¿cómo se experimenta ese sentimiento? Consideren que para experimentarlo no es necesario pensar en la divinidad. A veces en los laboratorios algunos físicos o científicos encuentran la armonía de la energía o de la materia o de los procesos orgánicos, y tratan a sus materias en un sentido muy amplio, muy cósmico, religioso en algún sentido. Las experiencias que nos relatan los astronautas no son las de haber encontrado a Jehová delante de la cabina, pero nos explican estados de ánimo de tipo cósmico. Muchas de sus descripciones son francamente de ese sentimiento religioso. De modo que cuando hablamos de lo religioso interno nos estamos refiriendo a ese tipo de sentimiento y no a lo que se entiende por religión. Como sabemos que de todos modos la palabra trae problemas, sabemos que allá donde haya problemas con la palabra “religión” sacamos la palabra. No vamos a crear problemas por una cuestión de rótulos.
tomado de:
Silo - Charla de Londres. 16.May.1975