Revista Opinión

Sobre el silencio

Publicado el 23 febrero 2015 por Habitalia

Sobre el silencio

Sobre el silencio

En masonería una de las máximas del grado de aprendiz es el silencio, con él aprendemos la introspección, el silencio es la virtud a través de la cual se aprende a ser prudente e indulgente.

El aprendiz no tiene nada que decir, no sabe nada, su edad no le permite aun hacer preguntas, tan solo puede callar, abrir los ojos observando lo que ocurre a su alrededor y escuchar atentamente cuanto pasa.

A partir del silencio podemos despertar nuestros sentidos, hacer viajes al interior de nuestros pensamientos y reposar en ellos tranquilamente. El silencio inspira al aprendiz a entrar en su espiritualidad, a contemplar la gran obra y a buscar la luz. El silencio esta simbolizado en la llana o paleta que sella los labios del aprendiz dulcemente para que éste lo guarde desde la tranquilidad del afecto y el crecimiento lento y seguro.

El silencio está en búsqueda del equilibrio, para aprender a callar hay que estar consciente de nuestra incapacidad de hacerlo, las palabras son la consecuencia directa de nuestros pensamientos, las mejores palabras son las cortas, las breves, las que no implican más que lo justo y estructurado, el dominio de sí mismos y la más profunda espiritualidad.

En música por ejemplo el silencio es considerado como una nota que no se ejecuta, marca un tiempo, una pausa que generalmente es breve, y se gráfica en el pentagrama en forma de una z, el silencio en la música puede lograr un largo disfrute de lo que precede y lo que viene, pero en el silencio también está implícito el sentimiento del compositor, el nivel de dramatismo que quiere imprimir en su obra, es por esto que el silencio se considera música en sí mismo. El silencio también es un descanso para que los intérpretes se recompongan y renazcan.

En la vida profana el silencio implica un gran sacrificio, los hombres y mujeres estamos acostumbrados a desbordar nuestras pasiones a través de las palabras, esas que en tantas ocasiones se atiborran en la garganta y comienzan a explotar como ráfagas incontrolables de fusil.

Fuente: Blog de la respetable Logia 1545 Jaques de Molay, Pereira, Colombia.


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