El final de la Iglesia espectáculo – como así se le conoce a la institución de los curas en los foros laicistas – no llegó, para sorpresa de algunos, con la muerte de Juan Pablo. El sustituto de Wojtyła, a pesar de su carácter frío y distante, no entorpeció el efecto llamada en los “cuatro vientos” de Madrid. Hoy, dos años después, de aquel estruendo de masas en el feudo de Esperanza, se repite la misma historia pero con distinta sotana en la Copacabana de Brasil. Desde la crítica nos preguntamos: ¿qué explicación sociológica se esconde detrás del éxito de tales congregaciones?