Recuerdo cuando lo trajeron a casa, era una pequeña masa de pelos desordenados anaranjada y maloliente; eso fue hace 19 años.
Recuerdo hace 6 meses que me despedí de él para volver a viajar, era una pequeña masa de pelos desordenados menos anaranjada y pero aún más maloliente.
…19 años.
No hay muchas amistades que duren tanto. No hay muchos amores que duren tanto.
Solo la familia permanece unida por tantos años.
Kiko fue el mejor gato que cualquiera pudo haber soñado. Nunca bufó, ni arañó, ni se quejó. Nunca marcó territorio ni quiso ser el jefe. Todo en su vida fue cool. Daba la bienvenida a cualquier amigo o desconocido que entrara por la puerta, se dejaba tocar y torturar por los niños que le perseguían y jugaban con él, dio guía y acojida a un sin fin de gatos que pasaron por la casa, temporalmente o para quedarse. Fue amigo de todos los perros y todas las aves. Nunca tuvo un enemigo.
Por eso creo que vivió tanto tiempo, porque siempre tuvo paz, y siempre fue muy muy feliz.
Mi teoría es que vino de alguna rencarnación budista, era un ser inteligente e iluminado que apreciaba mucho mejor que nadie el valor de estar vivo.
Kiko una tarde lluviosa viendo una peli con un gato malaleche y gordo que se come su comida ( Rodolfo), una chichuahua hiperactiva, una italiana recién mudada y yo.
Cuando llegó pequeñito y moribundo tenía una herida en la boca, algo o alguien le había hecho mucho daño.
La herida de la boca nunca se curó del todo, (y siempre tuvo muy mal aliento); pero Kiko nunca guardó ningún trauma ni rencor y decidió que en esta vida se viene a ser feliz.
Dio siempre lo mejor de él. Y nunca peleó nada.
Entro a esta familia y nos hizo muy felices.
Sus últimos años no fueron fáciles. Como cualquier ancianito necesitaba muchas atenciones. Muchas.
– Sólo agua fresca corriente del grifo, y como el riñón ya le fallaba y tenía que hidratarse, gritaba a hora indecente de la madrugada para que le abrieras el agua del grifo.
– Pesaba menos de 2 kgs, su cuerpo ya no aprovechaba la comida, y por ello había que alimentarlo cada pocas horas. Como ya se le iba la cabeza, se olvidaba de pronto de lo que estaba haciendo y se iba sin terminar. Alguien tenía que estar como guardian vigía y traerlo de nuevo a su plato, hablarle en voz baja y recordarle que tenía que terminar de comer. Te miraba tranquilo y comenzaba de nuevo.
– Como todo viejillo se le comenzaron a caer los dientes, y con aquella vieja herida en la boca el olor nauseabundo volvió. Pero él se negó a dejar de participar en actividades humano sociales como dormir y acurrucarse cerca de ti, independientemente de lo que estuvieras haciendo y donde lo estuvieras haciendo. Así que había que resignarse a dar amor a cambio del mal olor.
Hace solo 5 meses: Kiko babeando por su falta de dientes :)
La mayoría de días eran buenos, pero los hubo muy malos, lo escuchaba gritar deseperado y cuando llegaba a verlo tenía la mirada perdida y estaba desorientado, como perdido. Lo único por hacer era cargarlo y abrazarlo, hablarle despacio y decirle que todo estaba ok. Cuando recordaba donde estaba y me miraba agradecido, se calmaba, se acurrucaba y se dormía.
Pero mientras estuviera contento, mientras jugara a cazar un hilo, saliera a oler las plantas y retozar al sol, te acompañara en su silla de la mesa al momento de cocinar, y trabajara contigo dormido desde una silla del estudio, mientras tirara todo objeto de la mesa por hacerse escuchar; mientras fuera un gatito feliz todos los esfuerzos valían la pena por mantenerlo así.
Kiko cocinando un pastel de chocolate.
Hasta que ya no pudo más. Dejó de estar contento, y se tuvo que terminar.
Y aunque el corazón roto me pesa por no volverlo a ver más, estoy contenta de saber que fue la mejor relación que pudimos tener.
En los años difíciles
Si escribo este artículo no es sólo por recordar a mi gato viejito, es para gritar, pedir y recordar que:
Un animal viene a tu vida para darte años de felicidad, cuando los tiempos se ponen difíciles no es humano renunciar.
En el momento que adoptas un animal es un compromiso sellado de responsabilidad. Es deber de amor estar en la salud y en la enfermedad, en la juventud y en la vejez.
Tu perrito o gatito, si logran llegar a viejos van a necesitar mucho de ti.
- Habla con tu veterinario sobre ajustes en el tipo y frecuencia de dieta que necesites hacer.
- Consulta también ajustes al ejercicio o actividades físicas que deba o no hacer.
- Realiza análisis anuales para saber que todo está bien
- Presta atención a su comportamiento – deja de comer, duerme demasiado, se queja o llora – y cuando notes algo extraño, no lo dudes ¡corre al veterinario!
- Dedícale tiempo para mantenerlo guapo, atendido y querido. Puede que duerma mucho y ya no te preste tanta atención, pero no significa que no necesite de ti mucho más que antes.
Mucha gente abandona o se rinde cuando su mascota tiene un problema, o se vuelve viejito o enfermo y necesita demasiado tiempo y ciudados.
Mucha gente abandona cuando ya no es solo diversión. Una versión demasiado egoísta del amor.
Un consejo final
Sean 10, 15, 80, 60 o 19, todos tenemos sólo ciertos años para existir.
Seamos un poco más como Kiko y flotemos en ellos siendo felices. Sin rencores, ni pleitos, ni competencias, ni reporches; sin prejuicios, acercándote a aquellos que llegan a tu puerta, sean grandes o chicos, callados o gritones, de una especie amiga o una supuesta enemiga. Siempre con un corazón abierto.
Vivamos en paz, rodeados de amigos y familia que nos ame en los momentos difíciles y hasta el día final.
El artículo Sobre Kiko un gato viejito y 19 años de amor apareció en Sin Destino Fijo.