Componer es una tarea difícil." Desesperadamente difícil", dice el diablo en Doktor Faustus.
Supone realizar una laboriosa travesía por un paisaje imaginario. Lo que emerge es una obra de arte en clave, que ha de ser desentrañada por otros músicos a los que debe convencerse previamente. Al contrario que una novela o un cuadro, una partitura desvela todo su significado sólo cuando se interpreta delante de un público; es una criatura de la soledad que depende de las personas. Terrores innombrables se deslizan hacia el limbo entre la composición y la interpretación, durante la cual la partitura descansa en silencio sobre el atril.
Hans Pfitzner dramatizó ese momento de pánico y duda en Palestrina, su "leyenda musical" sobre la vida de este compositor italiano del Renacimiento. El personaje de Palestrina habla en nombre de sus colegas a lo largo de los siglos cuando interrumpe su trabajo para gritar: "¿Para qué todo esto? ¡Ah! ¿Para qué, para qué?"
Extraído del libro El Ruido Eterno, Alex Ross (2009)