Alfredo Serrano Mancilla*.─ ¿Había armas de destrucción masiva en Irak? No. ¿Hay dictadura en Venezuela? No. La democracia en Venezuela es un hecho irrefutable aunque el presidente de Estados Unidos diga lo contrario. No será la primera vez ni la última que eso que llaman comunidad internacional se invente una excusa para hacer lo que realmente desea. Hace más de quince años, un fatídico 16 de marzo de 2003, el trío de las Azores (Bush-Blair-Aznar) inventaron lo que jamás nadie pudo demostrar para intervenir un país, bombardearlo y quedarse con todos sus pozos petroleros. Hoy, tiempo después, se vuelve a repetir la historia.
En este caso, sobre Venezuela. El Grupo de Lima y la Unión Europea sirven de amplificador de lo que el gobierno de Estados Unidos decide. Y hace un buen tiempo decidieron que en Venezuela había dictadura, a pesar de que se han celebrado 24 elecciones en dos décadas. También decidieron que había dictadura porque en los años 2015 y 2016 no se celebraron elecciones presidenciales a pesar que no correspondía, según mandato constitucional. Y ahora que llegan las elecciones esperadas deciden que hay dictadura porque no se presenta la oposición, a pesar de que existen dos candidaturas (Falcón y Bertucci) con propuestas completamente antagónicas a las del candidato y presidente Nicolás Maduro. Tanto es así que Falcón ha propuesto la dolarización del país y el recurso al FMI para salir de la situación económica complicada que vive el país.
¿Una dictadura en la que existen alternativas tan diferenciadas? ¿Una dictadura en la que no ha habido ningún incidente a destacar durante toda la campaña electoral? ¿Una dictadura en la que el principal diario opositor, El Nacional, titula el mismo día de las elecciones “Falta de garantías y ventajismo enturbian el proceso electoral”? ¿Una dictadura en la que el órgano electoral tiene un rector (Luis Emilio Rondón) que denuncia algún tipo de irregularidad?
No hay democracia perfecta. Ni en Venezuela ni en ningún otro lugar del mundo. Existen infinitos ejemplos de falencias procedimentales en cualquier cita electoral. Véase recientemente Colombia en sus elecciones legislativas, en la que faltaron papeletas electorales en muchos centros de votación. También se pueden discutir las reglas democráticas, como en Estados Unidos, donde no es presidente quién más votos obtuvo. ¿Alguien habla de dictadura en este país? Podemos no estar de acuerdo con presidentes electos con muy pocos votos, como es el caso de Rajoy en España, que sólo obtuvo el 21,74% de los inscritos.
La democracia amerita cualquier debate posible para que se pueda mejorar. Siempre hay que exigirle más. No sólo en lo procedimental, sino también en el sentido más amplio del término. Venezuela es un país que ha hecho todo lo necesario en este siglo XXI para asegurar un sistema democrático más profundo. A los venezolanos y, particularmente, a los chavistas, les gustan las elecciones. Más de una por año en promedio. Todas en regla. Las que se perdieron, incluso por la mínima (referendum constitucional 2007), se reconocieron. Nadie puede dudar de la democracia venezolana que, además, tiene un sistema de cómputo electoral muy seguro, avalado por el mismo ex-presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter. El mismísimo Zapatero, ex-presidente español, hace días también ratificó que los venezolanos votarán libremente.
Y así lo hicieron. Los venezolanos fueron a las urnas. En democracia. Eligieron como presidente a Nicolás Maduro de manera mayoritaria, 67,7% de los votos, teniendo así todo el respaldo para gobernar en los próximos años. La oposición quedó a una gran distancia: Falcón 21,2% y Bertucci 10,7%. Falcón se queda sin fuerza legítima electoral para asumir la tarea de conformar alternativa. Los evangélicos aparecen en escena. Veremos qué pasa con ellos en el futuro. Y, por su parte, la oposición no democrática nuevamente no volvió a participar en la cita democrática.
*Director Celag
@alfreserramanci