Además de madres y padres adoptivas, parece que hay bastantes personas adoptadas que también visitan este blog. Recibo comentarios y también cartas de ellos que me animan mucho. Hace poco, recibí este comentario de Ana, una psicóloga de Colombia que también fue adoptada:
"Estoy cansada de leer y escuchar que los adoptados tenemos una mochila, como si no tuviéramos nada bueno, que los adoptados tenemos la herida del rechazo y del abandono. Parecen frases de cajón. Por qué no cambiar estas frases por: los adoptados son personas con muchas fortalezas internas, que los padres adoptivos tenemos que ayudarles a descubrir. Gracias a la entrega de los padres biológicos, la vida le está dando la oportunidad a este niño de descubrirse en un mundo nuevo, a través de una familia adoptiva. Creo que los expertos en adopción siguen en pañales porque siguen con estas frases y tanto los padres adoptivos como los hijos adoptivos sufrimos con estos mensajes nada positivos."
En la adopción, como en todos los ámbitos de la vida, nos pueden ayudar muchísimo las metáforas. A través de la imágen de algo concreto y fácil de visualizar entramos rápidamente en un tema complejo y quizás difícil de comprender. Por este motivo, a mí personalmente me gusta la metáfora de la mochila - pero no sólo para comprender a una persona adoptada sino a todas las personas, porque todos llevamos una mochila llena de experiencias, de traumas y de triunfos y de todo, todo, todo lo que hace que yo veo el mundo de una forma y tu lo veas de otra forma.
Sin embargo, reconozco que cada metáfora tiene sus límites y también puede tener sus peligros. Por eso aprecio muchísimo el comentario de Ana. Nos advierte sobre uno de los peligros más importantes - de ver la mochila no como algo normal que lleva una persona - y algo que hay que entender y saber llevar - sino como una carga que hunde a la persona y le convierte en víctima.
Creo que también es importante que nuestros hijos sepan que ellos no son los únicos que llevan una mochila. Lo cierto es que he conocido personas en esta vida que llevan mochilas pesadísimas - y parece que gracias a ello, son más fuertes que los demás. Con sus mochilas a cuestas, suben las montañas más empinadas e "imposibles". Destacan por su creatividad, por su compromiso, por su disciplina, por su empeño, por su empatía...
Ahora mismo estoy trabajando con una persona así. No es adoptada, pero lleva una mochila llena de una discapacidad física, de problemas físicas relacionada con su avanzada edad, de la viudad y de otras muchas cosas. Tiene 82 años y se llama Joan. Hace 20 años vino a la Costa del Sol para jubilarse con su marido. A él le diagnosticaron un tumor cerebral en 1991 y murió tres semanas después - dejando a la pobre Joan totalmente sola en un país extranjera.
Lo que Joan no pudo aceptar fue la falta de un centro de cuidados paliativos, como tenían en su país. No pudo aceptar que su marido tenía que sufrir sin el apoyo que merecía en un ambiente acogedor donde su dignidad fuera prioritario hasta el último día de su vida. Así fue que decidió que las cosas tenían que cambiar. ¡Pero Joan tenía 62 años! Fue una mujer, viuda, jubilada y PENSIONISTA en la Costa del Sol. Además, su problema físico que le hacía muy difícil andar... Tenía la mochila llena hasta arriba.
Ahora me toca a mí redactar el libro para el 20 Aniversario de Cudeca, la Fundación que creó Joan - de la nada. Durante las últimas dos décadas, han cuidado a más de 6,000 pacientes en fase terminal de cáncer. Como dice Joan, "No podemos añadir días a sus vidas, pero sí podemos añadir vida a sus días." ¡Y lo hace! Ha creado equipos médicos que van a la casa de los enfermos. Ha construido un centro de ingresos para prestar cuidados intensivos. Tiene un centro de día donde los enfermos reciben todo tipo de mimos y un apoyo impresionante. A pesar de todas las dificultades personales y sociales, ha triunfado y hoy es un ejemplo para todos. A sus 82 años, es incansable: trabaja 7 días a la semana y contagia a todos con su fé y su alegría por vivir.
Hace poco, investigando, encontré un artículo sobre Joan en el que leí:
"Joan empezó a adquirir esta combinación única de habilidades y características en su niñez. No le gusta mucho hablar de esta época de su vida pero no tuvo una niñez como otras niñas, dado que padecía de artritis en una cadera que no le permitía participar en actividades deportivas en el colegio.
"La naturaleza tiene una manera de recompensar a personas con una deficiencia y solamente un psicólogo podría analizar con certeza las recompensas de Joan. Pero quizá su determinación por lograr unos objetivos a pesar de cualquier dificultad o discapacidad empezó a una edad temprana.
"Esto, quizá mas que ninguna otra característica, ha sido la clave de su éxito... Se han presentado muchas dificultades que no conocemos: muchas personas se hubieran desanimado ante tales situaciones."
La historia de Joan es sólo una historia entre otras muchas, de personas que no lo han tenido fácil, pero que han triunfado quizás no "a pesar de" sin "gracias a que" han sufrido en la vida. Como madre, me gusta compartir historias como esta con todas mis hijas - no sólo mi hija adoptada (aúnque creo que muchas vece pueden tener una especial relevancia para ella).
Quiero que sepa mi hija que el hecho de ser adoptada le ha llenado la mochila con una experiencias añadidas, dignas de analizar, de comprender, de tomar en cuenta... Pero que ella no es la únicoa. También la vida ha llenado la mochila de los demás con una gran variedad de experiencias y algunas personas, como ella, llevan encima unas cargas especialmente pesadas que pueden servir para hundirles o para hacerles más fuertes.
Comparto con ella - y las demás niñas - historias como la de Joan y también de cualquier otra persona que conozco que ha superado un reto en la vida. Pero también - y de igual importancia - hablamos de casos de personas que se rinden ante la más mínima contrariedad o que simplemente no hacen un esfuerzo para hacer nada en la vida, siempre echando la culpa a lo que llevan en la "maldita" mochila.
También abro mi propia mochila para que vean lo que llevo dentro. Les cuento una y otra vez las grandes dificultades que he sufrido y superado, su efecto sobre mí y como han servido para fortalecerme y enseñarme miles de cosas. Es interesante reflexionar sobre el hecho de que soy quién soy hoy gracias a todo lo que he sufrido, gracias a lo mucho que he sufrido...
Esto es lo que necesitan nuestros hijos para saber organizar y llevar su mochila, para que sirva de algo y para que vean la gran utilidad de cualquier experiencia que les ha tocado en la vida - y de todo lo que les va a tocar en el futuro.