Revista Política

Sobre la identificación

Publicado el 15 febrero 2011 por Peterpank @castguer
¿ por qué os identificáis con otra persona, con un grupo, con un país? ¿Por qué os llamáis cristianos, hindúes, budistas, o por qué pertenecéis a alguna de las innumerables sectas?.
Religiosa y políticamente uno se identifica con este o aquel grupo por tradición o hábito, por impulso, prejuicio, imitación y pereza. Esta identificación pone término a toda comprensión creadora, y entonces uno llega a ser un mero instrumento en manos de un partido, del sacerdote o del líder favorito.
El otro día alguien dijo que él era del PSOE, mientras que fulano pertenecía al PP. Al decir eso, era completamente inconsciente de las implicaciones de esa identificación. No se trataba en modo alguno de un tonto; era instruido, culto y todo lo demás. Ni era tampoco sentimental o impresionable; por el contrario, era claro y definido.
¿Por qué había llegado a ser un PSOEro?. Sencillo, había seguido a otros, había pertenecido a otros grupos y organizaciones, y finalmente se encontró identificado con esas siglas. Por lo que decía, parecía que su viaje había ya concluido. Había tomado una posición y eso era el fin de la cuestión; había elegido y nada podía hacerlo vacilar. Ahora podía confortablemente recogerse y seguir afanosamente todo lo que se había dicho y lo que se diría.
Cuando nos identificamos con otro o con algo, ¿esa identificación no pone término a toda posibilidad de experimentación propia ?. La identificación, ciertamente, es posesión, la aserción de propiedad. Poseer es estar seguro; la posesión es defensa, es hacerse invulnerable. En la identificación hay resistencia, ya sea grosera o sutil.
La identificación es esencialmente un proceso de pensamiento por medio del cual la mente se protege y expande; y en el llegar a ser algo ella necesita resistir y defender, necesita poseer y descartar. En este proceso de devenir, la mente o el “yo” se hace cada vez más tenaz y más capaz; pero esto destruye la libertad, y únicamente en la libertad puede existir la más alta forma de sensibilidad.
¿Debe haber identificación para experimentar? El mismo acto de la identificación ¿no pone término al inquirir, al descubrir? La felicidad que brinda la verdad no puede existir si no hay experimentación en el autodescubrimiento. La identificación pone término al descubrimiento; es otra forma de pereza. La identificación es un sustituto de la experiencia, y es por lo tanto completamente falsa.
Para experimentar, toda identificación debe cesar. Para hacer un experimento no debe haber miedo. El temor impide la experiencia. Es el miedo que conduce a la identificación —identificación con otro, con un grupo, con una ideología, etc. El temor necesita resistir, suprimir; y en un estado de autodefensa, ¿cómo es posible aventurarse en el incierto mar? La verdad o la felicidad no pueden advenir sin emprender la jornada en los caminos del «yo”, no podréis viajar lejos si estáis anclados.
La identificación es un refugio. Un refugio requiere protección, y aquello que es protegido pronto es destruido. La identificación acarrea su propia destrucción, y de ahí el constante conflicto entre las diversas identificaciones.
Cuanto más luchamos a favor o en contra de la identificación, tanto mayor es la resistencia a la comprensión. Si uno se da cuenta del total proceso de la identificación, externa tanto como interna, si uno percibe que su expresión exterior es proyectada por la demanda interior, entonces hay una posibilidad de descubrimiento y felicidad. Aquel que se ha identificado a sí mismo jamás puede conocer la libertad, en la cual únicamente toda verdad se revela.
 
C.M.

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