Sobre la moralidad del consumo de soja
Por Luistovar
A menudo se acusa a los veganos de que su consumo de soja destruye el medio ambiente, porque para cultivar esa soja se está causando la deforestación de bosques y selvas. Obviamente esta destrucción perjudica a los animales que viven libres en la naturaleza, y esto es lo grave del asunto. Sin embargo, aquella acusación resulta ser más bien errada, y en esta nota me gustaría señalar varios puntos para aclarar la cuestión.Primero; no es necesario consumir soja para aplicar el principio del veganismo a la alimentación. La soja es un alimento nutritivo y, por tanto, recomendable, pero no es estrictamente necesario desde un punto de vista nutricional. Se puede llevar una dieta vegana equilibrada y saludable sin consumir soja.
Segundo; veganismo es el rechazo moral a la explotación animal; esto es, a la explotación de los animales no humanos por parte de los seres humanos. Pero la soja no es un animal ni producirla implica explotar a ningún animal. Por tanto, si nos atenemos a la definición original de veganismo, el consumo de soja no puede contradecir el principio del veganismo, puesto que no implica explotación animal, aunque dañara a otros animales de forma directa o indirecta. Si bien, creo que la mayoría de veganos deseamos evitar hacer daño a los animales también más allá de la explotación propiamente dicha. Pero resulta evidente que esa objeción sobre el consumo de soja parte de una equivocación respecto del sentido del veganismo.
Tercero; la deforestación no está causada por la demanda de soja para el consumo directo de los humanos sino por la demanda de soja para la ganadería, es decir, para la explotación animal. La verdadera causante del problema es la explotación ganadera, que es la que está provocando esos efectos en el medio ambiente que perjudican a los animales que viven en él. Es la ganadería la que está causando la deforestación; no la agricultura para consumo humano directo.El hecho de que en realidad sea la ganadería la que está destruyendo sistemáticamente el medio natural por su demanda de soja —y demás cultivos y terrenos que necesita para poder alimentar a millones de animales esclavizados— es lo que nos aclara que el consumo de soja para humanos no es lo que ha provocado aquella deforestación. Es el consumo de animales lo que indirectamente provoca la mayor parte de la demanda de soja. Así que resulta que los veganos no son los responsables. Resulta que los responsables son quienes consumen animales; así como también son responsables de la explotación y muerte de los animales cuya vida consumen.Cuarto; de este modo si consumimos soja, u otros vegetales, en lugar de consumir animales entonces no sólo dejaríamos de causar todas las víctimas de la explotación animal sino también todas las víctimas que indirectamente causa dicha explotación, incluyendo las víctimas de la deforestación provocada por la ganadería en su demanda de cultivos para alimentar a los millones de animales que esclaviza.Por tanto, la dieta vegana sería la opción que menos daño causa de todas la posibles, ya sea tanto en forma directa como indirecta. Parece que las evidencias son medianamente claras al respecto. Dejando de consumir animales evitamos que miles de millones sean esclavizados y asesinados para ser usados como alimento, vestimenta y otros objetos de consumo en la explotación animal. Y no sólo esto sino que también podríamos evitar que millones de animales libres sean dañados por la agricultura, pues aplicando el veganismo necesitaríamos mucho menos terreno y menos recursos naturales en general para poder conseguir la misma productividad calórica de alimentos.
En conclusión, pienso que quien diga que le importan los animales pero decida rechazar el veganismo, no es como para tomarlo en serio. No se puede tomar en serio esa declaración por parte de quien pone el simple capricho de su paladar por encima de las vidas de las animales.
Si en verdad nos importa evitar hacer daño a los animales, debemos asumir por coherencia el veganismo como un principio moral en nuestra vida.