Sobre la sanidad en el cambio de rumbo dominicano, no está todo dicho

La falta de control y carencia de un departamento de selección de personal cualificado en el SERVICIO NACIONAL DE SALUD DE LA REPÚBLICA DOMINICANA - SNS, está salpicado de desidia que ha fomentado excesivas prácticas mafiosas de directores, gerentes y administradores de hospitales municipales, quienes en un ejercicio de poder contrataban a médicos y especialistas sanitarios a cambio de una mordida económica que tarifaba los 200.000 pesos, en el caso de los licenciados en medicina, más un plus del salario que percibían los nombramientos de fija designación durante los primeros cinco meses de ejercicio de su profesión en el hospital.

Tal aberración intolerable en la administración pública municipal dedicada a la sanidad de los ciudadanos, y sin duda excepciones las hay aunque pocas en el sistema, que sin duda ha propagado y con total impunidad que la corrupción se generalice en los sectores, incluso en los más sensibles, y que poco de los mismos se hubiese podido sospechar una tara de tal magnitud, en los que el código deontológico se convierte en un epicentro de un escandaloso desgarro en el tejido de la ética de los profesionales, por ende en el reconocimiento gremial de que existen una especie de garrapatas que se alojan en fósiles " soledononte ", que con nombres y apellidos devoran la conciencia de la dedicación a sanar, humillándolo con el pringue baboso que destilan los aprovechados protegidos por políticos que tampoco dejan de recaudar lo que creen también les corresponde, algo que requiere investigación, interrogatorio de la fiscalía, pronunciamiento coercitivo y castigo penal, además de dar ejemplaridad con la privación de la licencia colegiada, así como la devolución por embargo en el procedimiento para indemnizar a los perjudicados, de los que muchos para terminar sus estudios con esfuerzo se tuvieron que sacrificar sus familias económicamente.

Y para muestra un botón en la blanca bata de la transparencia, al citar el Hospital Municipal de Engombe, una institución pública nacida hace 31 años, en la que ha habido y por aproximarnos a tiempos cercanos, desde 2005 una dirección magistral y admirable a cargo de Albertí Estrella y Jacqueline Cabrera, a la que siguió una deficiente, endeudada y deplorable gestión de la cuestionada Ana Luisa Lora ( fotografía derecha), a la que supuestamente se atribuyen irregularidades en sus 7 oscuros años de dedicación, que la llevaron a una renuncia forzada para terminar como doctora de medicina general en el centro de Mata Hambre, gracias a la presión para impedir mayores contratiempos en la gestión, lo que motivó el reemplazo de la dirección por parte del prestigioso y reconocido galeno Ramón Bolívar Núñez ( fotografía derecha), un facultativo con una dedicación modelo y plena de 17 años de ejercicio en el centro referenciado, lo que le supuso una merecida elección mayoritaria del personal adscrito al Hospital Municipal de Engombe, quienes no han vacilado en denunciar prácticas abusivas en las comparaciones, en la que un portero con un salario de 9000 pesos, era superado en 35.000 pesos por otro que ejercía de confidente, y del que ahora también se sabe ha desaparecido, mientras que el personal formado auxiliar cobra unos 20.000 pesos mensuales de media en el que no se tienen en cuenta sus muchas cualidades y dedicación por turnos.

Se cree, y más testigos puede haber, que los siniestros y cómplices personajes, atesoraron entre los 30 y 40 médicos de la plantilla, en la que se repartían de los 200.000 pesos de una gasa manchada de tufo cancerígeno ilícito, en la que una parte era para la abusiva rapiña y otra para un cargo importante en el SNS, ya dimitido y señalado aparentemente como Chanel Rosa Chupany, del que les ofrecemos nuestra predisposición para contrarrestar los comentarios manifiestamente adversos con sus declaraciones de ignorar el caso que nos ocupa, y en cualquier caso retractarnos si erramos en algo en estos tiempos en los que hay que estar predispuestos a colaborar con la Justicia y la transparencia que exige el Presidente de la nación dominicana Luis Abinader, que a buen seguro sabrá actuar y dar órdenes para que anormalidades como la explicitada sirvan de escarmiento y moderación, a un núcleo que todavía no ha entendido que el cambio no va con ellos, al menos todavía. Craso error. No podemos concluir este comentario cargado de respetuosa información al permitirnos añadir nuevas consideraciones. Mientras que José Rosario Cuevas como administrador del Hospital Municipal de Engombe ya no está en el cargo, aparece la esposa en esa responsabilidad, propuesta por su marido Armando Martínez considerado un político integrado en el SNS, gracias a la facilidad del influyente Andújar, ambos pertenecientes al PRM, del que muchos perciben osadía en éste último y algunas limitaciones en el primero, que justifiquen una preparación acorde con las importantes decisiones realizadas, como incorporar a un familiar directo a dedo, cuando esas prácticas deberían corresponder a un filtro clarividente, máxime cuando la afortunada se hace asesorar por Francisco Antonio Reyes del PLD.
Finalmente añadir que el actual gerente del hospital, que es del PRM percibe cerca de 200.000 pesos, a los que hay que sumar los de administrador y director, más una nómina muy paupérrima de doctores y auxiliares que se dedican más a salvar vidas que a trapichear con una política municipal inerte y en ocasiones de sospechoso comportamiento con las cuentas sanitarias, que contiene rasgos no muy distantes de un régimen anterior y muy distinto de la línea del presente en un proceso de cambio que seguro no permitirá veleidades de ninguna clase, pues no se pueden construir fortalecidos y bien equipados hospitales con puntales de barro ideológico, que pueden hacer desmoronarse proyectos de los que son propietarios los ciudadan@s dominican@s, por falta de una asistencia más técnica y nítida de un gobierno fuerte que pide exigencias idénticas para todos, más que esa operación quirúrgica de urgencia para ocultar favores obligados con vejación de funciones en vez de extirparlos.