Revista Cultura y Ocio

Sobre los límites y lo que se excluye

Por Impermanencia

(Atemoztli, f/5.6, 21mm, ISO 100, 91 segundos)

<<Más allá de toda intención o de todo efecto de composición, el fotógrafo, de entrada, siempre corta, da un tajo, hiere lo visible. Cada vista, cada toma es ineluctablemente un golpe de hacha que retiene un trozo de lo real, excluye, rechaza, despoja el entorno>>
Philippe Dubois

Se habla tanto de lo que elige mostrar un autor en cualquier quehacer artístico: se elogian cosas como la mirada, la construcción, la técnica, la forma y el fondo. Al desconocer lo que se excluye nadie puede elogiarlo.
Así muchas páginas de nuestros novelistas favoritos se fueron a la basura, el ritmo de sus escritos es casi perfecto; no sabemos de los fragmentos desechados que le dieron ritmo a las cosas, nadie (salvo su editor y algunos allegados) pueden saber hasta que punto el marco de la mirada se movió para que tuvieran una forma presentable y transmitieran algo.

Los fotógrafos somos expertos en mentir, encuadramos la realidad y le damos orden (o al menos eso tratamos).

Desde que se empezó a elogiar más la mirada detrás del lente que la “inobjetable labor de la máquina fotográfica para representar la realidad” nos han liberado de ataduras. La subjetividad o su contrario depende del operador, no del instrumento. Esa idea la expresa mejor Bertolt Brecht con su frase “La cámara miente tanto como la maquina de escribir”.

Mientras más nos opongamos a los limites que nos de la cámara más cerca estamos de encontrar nuestro “estilo”. En un mundo saturado de imagenes, tal actividad se vuelve fundamental: Tener una visión única, mientras la visión de los demás está pegada a un pantalla.

Incluir/Extaer fragmentos de la realidad hacia nuestra obra. Somos lo que vemos y lo que hacemos.

“Tal actividad no es disímil de la de jugar ajedrez. El ajedrecista busca también nuevas virtualidades en el programa del juego: indaga nuevos movimientos y nuevos resultados. El ajedrecista juega con las piezas; el fotógrafo, con la cámara. Ésta no es una herramienta, sino un juguete; y el fotógrafo no es un trabajador, sino un jugador: no es homo faber, es homo ludens. Sólo que el fotógrafo no juega con su juguete, sino contra éste. El fotógrafo se desliza hasta el interior de la cámara a fin de descubrir los trucos en ella escondidos.”

—Vilém Flusser

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