Revista Salud y Bienestar
La suplementación con proteínas, vitaminas, minerales o productos más específicos, es un hecho entre los deportistas a todos los niveles. A la moda de las vitaminas el siglo pasado, le ha seguido la de los antioxidantes en el nuestro, manteniéndose toda una parafernalia de compuestos que aparecen y desaparecen en función del marketing empresarial y de su posterior ineficacia que acaba dejándolas fuera de mercado, como es el caso de cientos de ellos (hierbas, potenciadores del crecimiento, anabolizantes no hormonales, aminoácidos precursores etc etc).
En este sentido, las investigaciones realizadas han ido poniendo las cosas en su sitio, dándoles el valor real a cada uno de esos suplementos. Sin embargo, la poca experiencia de algunos prescriptores unida a la tremenda presión del marketing hace que muchos deportistas sigan en manos de bienintencionados que les aconsejan compras muchas veces inútiles e incluso algunas veces inadecuadas y, en general, onerosas para el bolsillo llegando a suponer un gasto importante en la cesta de la compra mensual.
Sin embargo, frente a este dispendio inútil y absurdo, existe toda una ciencia de las ayudas ergogénicas aplicadas al deporte que supone una gran ventaja para los deportistas que se ponen en manos experimentadas. Suplementos como los aminoácidos ramificados, aislado de suero de leche, creatina etc, pueden utilizarse con éxito en deportistas si se aplican de forma individualizada y en función del ciclo de entrenamiento.
Un ejemplo de lo comentado son los antioxidantes (algunas vitaminas, polifenoles etc) o precursores (beta alanina, cisteína etc) que se comenzaron a utilizar indiscriminadamente en deportistas ante la consideración de que el deporte generaba inflamación y aumento de la oxidación, quedando comprobado posteriormente, que esos procesos inflamatorios son necesarios para la hipertrofia y que la oxidación la combate el propio organismo entrenándose para estas cargas de trabajo. Por el contrario, se han rebelado un arma terapéutica importante pare evitar el daño producido por el llamado deporte de fin de semana, al tiempo que han permitido aumentar la carga de trabajo en determinados mesociclos de entrenamiento.
A todo ello hay que añadir el problema que supone la aparición de decenas de compuestos, formulaciones etc marcadas como dietéticas y encajadas en legislaciones que no estaban preparadas para esta aparición. Aunque la Directiva marco de dietéticos (Directiva 2009/39/CE) prevé que se regulen de forma específica los alimentos destinados a un intenso desgaste muscular sobre todo destinados a deportistas, la Comisión Europea no ha presentado hasta la fecha ninguna propuesta legislativa específica en este ámbito. De esta forma, productos como las proteínas en polvo, de las que existen centenares de marcas, están obligadas a presentar una etiqueta sobre los contenidos en nutrientes, pero no tienen una normativa específica que caracterice su cualidad técnica (tipo de aislado, tecnología aplicada, conservación de péptidos etc). Esta situación permite que una empresa pueda competir con ventaja utilizando un lenguaje confuso en el etiquetado, algo que ha sido común en los llamados alimentos funcionales hasta que la U.E. decidió crear las alegaciones de salud permitidas.
En la Federación Española de Medicina del Deporte, el comité de expertos elaboramos un consenso sobre productos y suplementos al tiempo que aconsejábamos a los deportistas que se pusieran en manos experimentadas a la hora de dejarse aconsejar en la compra de productos para complementar su dieta en función del esfuerzo y la intensidad del entrenamiento. Enlace