En Grecia hace unos días se morían un centenar de personas, pero qué más da, si total no hay para todos, esa es la excusa reaccionaria en todas partes, y así nos va.
“Muerte tras muerte se construyen muros imaginarios, donde los sueños en el primer mundo no tienen cabida, donde la vida no llega al céntimo de euro pero por esa moneda he de morir, me he de arriesgar... Nuestros cuerpos marchitos y manos cautivas no hacen sino servir encadenadas a unos contratos precarios o imaginarios, donde intentar encontrar un poquito de felicidad ya en tierra al igual que en el mar nos ahoga la miseria, con la soga al cuello, con el cuello tieso y la mirada perdida… Ahí va el que migra, ahí va el destino frío y sombrío, ahí vamos… con nuestros sueños galopantes, en bravas aguas han de aprender a nadar, ahí va…con nuestra alas, volando alto, buscando un refugio al que queremos darle nombre, de libertad y dignidad”
Nina Warma
Unos no tuvieron el despliegue necesario para su rescate a pesar de estar cerca de la costa y estar totalmente localizada la embarcación, otros a pesar de estar lejos de las costas en aguas internacionales tuvieron todo el apoyo necesario en el rescate por aire, mar y bajo las aguas. Unos solo fueron noticia durante un día escaso sin ser una noticia relevante a nivel mundial, los otros dieron la vuelta al mundo estando presente durante días en todos los programas de televisión. Unos perdieron la vida en busca de su dignidad, los otros por un capricho millonario.
Son los polos opuestos de unos hechos donde la las diferencias han quedado claramente expuestas. No estoy hablando de las vidas humanas que como he dicho al principio, deben ser tratadas de igual forma para unos y otros. Me refiero tanto a la información realizada por los medios de comunicación, como a los medios de rescate empleados.
Otro ejemplo claro lo tenemos en los conflictos bélicos que asolan por desgracia nuestro mundo. Cuando vemos las noticias, pareciera que no existen conflictos más allá de la guerra de Ucrania y Rusia. Ya que no se dan noticias bajo ningún aspecto lo que está ocurriendo en Yemen, donde el 80% de su población necesita ayuda humanitaria y en la que en sólo en 2021, se han contabilizado más de 22.000 muertes. Arabía Saudí es la responsable de este conflicto, pero como Europa tiene intereses comerciales con este país, no se da eco de su responsabilidad y jamás se la crítica. No pasa nada, nadie dice nada ni tampoco se habla nada de ello. Es como si no existiera este conflicto ni tampoco se ha realizado por parte de Naciones Unidas sanciones contra Arabía Saudí.
Por otro lado están los conflictos olvidados de Haití, República Democrática del Congo, Etiopía, Siria donde llevan 12 años de conflictos y otros más que siguen su camino en silencio informativo, como el genocidio de los pueblos indígenas por los países donde ellos habitan.
Esta es la realidad de un mundo donde todos no somos iguales. Donde los medios de comunicación informan lo que quieren que se conozca y ocultan o tergiversan lo que no interesa que se sepa. Dictan lo que es importante y lo que no lo es. Un mundo de desinformación.
Por esas mujeres y niños que han muerto ahogadas en la bodega de un barco y por los miles de inmigrantes que por diversas causas intentan llegar a otro mundo buscando la paz que nunca han tenido, he querido dedicarles estas líneas para que no olvidemos su desgracia, para que tengamos igual de empatía por los unos y los otros, para que siempre que haya una vida en peligro, cuando haya hambre, problemas económicos, discriminación, dolor y sufrimiento, sepamos que siempre corresponde poner todos los esfuerzos. Sin importar de donde vengan, sean pobres o ricos. El ser humano debe poseer la dignidad suficiente, para ser coherente en la igualdad y en la empatía.
En la misma semana en que se conoció la pérdida de contacto del submarino Titán con 5 tripulantes, se hundió un barco pesquero cargado con más de 700 personas a bordo en las costas de Grecia. El foco de los grandes medios estuvo puesto en la tragedia de los 5 millonarios, y poco se habló de la otra tragedia, donde sus protagonistas eran migrantes, y había 100 niños a bordo.
El barco pesquero había partido de Libia y tenía como destino Italia. Había sido contratado por traficantes de personas. Los viajeros eran de nacionalidad paquistaní, siria, egipcia, libia y palestina.
Cuando el barco tuvo dificultares avisó a la guardia costera de Grecia, que demoró varias horas en atender el pedido de auxilio. Cuando lo hicieron, agravaron la situación porque tratando de remolcar el pesquero, éste se dio vuelta. Uno de los sobrevivientes que se identificó como Mostafa, responsabilizó a la guardia costera por el naufragio: “El capitán griego tiró de nosotros demasiado rápido, fue extremadamente rápido, esto provocó que nuestro barco se hundiera”,
Hasta el momento se han rescatado con vida 104 personas, y se confirmó la muerte de 78 personas. El resto está desaparecido en el mar. Se estima que las víctimas fatales pueden llegar a 600.
Según testimonios, en las bodegas del pesquero iban los niños y las mujeres. Entrevistado por la BBC, el médico principal del Hospital General de Kalamata, que atendió a los sobrevivientes del naufragio , declaró que había hasta 100 niños en el barco.
Las multinacionales europeas han empobrecido a los pueblos de Asia y Africa, las fuerzas de la OTAN han bombardeado ciudades y destruido las economías de muchas naciones. Europa tiene responsabilidad sobre la emigración de millones de personas que han tratado y tratan de buscar lugares más seguros para sus familias, pero no se hace cargo. Y cuando se producen tragedias como esta, elige el silencio o mirar para otro lado.
Europa llora por los 5 multimillonarios aventureros que fallecieron en el Titán, pero prefiere no hablar de los muertos frente a las costas de Grecia.
Desmintiendo la vieja sentencia de que “la muerte nos iguala”, en Europa hay muertos de primera y de segunda clase. Naufragan los barcos de los traficantes, pero también la dignidad humana.