Pocos paisajes pueden ser más asombrosos que la visión de un viejo bosque. Esas formaciones sombrías son representantes del más alto grado de madurez y evolución en la sucesión ecológica (climax). En el caso de los robledales mixtos Quercetum mixtum, la larga lista de árboles y arbustos presente en estas formaciones ronda la cincuentena de taxones y tiene como resultado una gran diversidad en el estrato arbóreo que incrementa sustancialmente el número de nichos ecológicos disponibles para la flora y la fauna. La consecuencia es un ecosistema de gran complejidad y rico en términos de biodiversidad.
Este mes en la Quercus, una revista mensual muy recomendable sobre observación, estudio y defensa de la naturaleza, Carlos M. Herrera nos ofrece un artículo titulado "¿Bosques? Los justos, gracias" que incita a profundas reflexiones. El autor e investigador nos recuerda que a pesar de estar valorados como un icono del mundo natural, los bosques son pobres en biodiversidad, en número de especies, en comparación con otros hábitats simbólicamente más modestos y menos vistosos. Ni siquiera los robledales más maduros consiguen igualar la riqueza natural de algunos pedregales, arenales o formaciones arbustivas, hábitats por lo general menos atractivos al ojo humano. En el artículo, Carlos hace referencia a las cordilleras béticas, una de las zonas más ricas de Europa en variedad y abundancia de taxones botánicos. En ellas viven cerca de 3.000 especies de plantas, varios centenares de las cuales son endemismos exclusivos de la región.
Dejando a un lado el complejo mundo botánico y volviendo a la valoración de nuestros bosques, lo cierto es que si me paro a pensar, no me extraño demasiado: En mis salidas camperas, mis avistamientos suelen muchos mayores en hábitats abiertos, y aunque se podría alegar que en las formaciones boscosas la detectabilidad de la fauna disminuye, el número de aves e invertebrados suele ser más numeroso en las formaciones arbustivas lo que puede redundar en una mayor abundancia de taxones más complicados de observar y cuantificar (especies con hábitos nocturnos por ejemplo).
Reflexionando un poco más en el asunto, acabo llegando a varias conclusiones a mi parecer interesantes:
- Que todos los hábitats independientemete de su estado de sucesión o porcentaje de vegetación son necesarios, en todos ellos subsisten especies adaptadas y a veces únicas. Es en los hábitats más extremos y con más condicionantes para la vida en los que hayamos los taxones más interesantes que ofrecen diversas respuestas adaptativas y evolutivas y dan lugar a un amplio abanico de especies diversas.
- También es triste percatarse lo lejos que estamos de gestionar adecuadamente nuestro medio. Falta mucho camino por andar para conocer el entramado y complejo número de relaciones y procesos que tienen lugar en nuestros ecosistemas y en lugar de ser cautos con nuestras actuaciones, seguimos asistiendo a un largo listado de catástrofes ambientales llevadas a cabo por el ser humano y abanderadas por la palabra desarrollo. Seguimos asistiendo al drenaje y canalización de nuestros humedales, a la roturación y destrozo de nuestras brañas y turberas para la creación de pastizales artificiales alegando como excusa habitual que la ganadería es sinónimo de biodiversidad (lo que es discutible en muchos aspectos). Asistimos a injustificadas quemas controladas en hábitats de interés prioritario y a continuas repoblaciones con pinos y eucaliptos que se siguen premiando desde la administración, pretendiendo incluso denominar con la palabra bosque a alguno de esos cultivos podados hasta los 6 metros y sin estrato arbustivo.
- En lo que a mi me afecta, me apena la escasa formación sobre las distintas facetas de la conservación de la biodiversidad en los módulos forestales. Repasando apuntes de varios centros de las distintas asignaturas que versan sobre los aprovechamientos del monte y las actuaciones y modos de preparar el suelo para favorecer los mismos no hallé en ningún caso recomendaciones o restricciones para llevar a cabo estas prácticas. El hecho que se mencione en clase queda siempre a merced de la sensibilidad del profesor, que por la experiencia que conozco, eran escogidos para impartir estas asignaturas empresarios o altos cargos de empresas conocidas por su poco o nulo compromiso con la naturaleza. Me acuerdo de las repoblaciones de pinos en arenales que arrasaron la amenazada vegetación dunar, de las brañas, turberas, de las mámoas y otros yacimientos arqueológicos destruidos al compás del ripper y subsolador...
A principios del siglo XXI, debates tan florecientes y didácticos como la gestión adecuada de nuestros recursos naturales y el fomento de nuestra biodiversidad quedan relegados a un segundo plano y superados desgraciadamente por otros discursos enfocados a eludir los proyectos de evaluación de impacto ambiental y las directrices europeas de conservación de la naturaleza.