Parte de aprender a meditar ha sido para adentrarme en esa experiencia donde todo es paz y amor como una elección.
Por eso de reconocer que el dialogo mental me limita para vivir en plenitud
Luego de unas semanas de estar en retiro de ascensión de los ishayas, tratando de tomar distancia de todas las preguntas que pasan por mi cabeza toco subirme a un taxi, al abordarlo había un sentimiento de tristeza por una despedida, por no poder estar cerca de alguien muy especial más tiempo, justo iba a romper en llanto por el sentimiento de pérdida que parecía muy real en eso inició a sonar en el coche que me subí una canción como respuesta a mi sentir, el llanto cambio porque mi corazón extrañamente empezó a sonreír, el tiempo y la distancia perdieron sentido, como si hubiera sido escuchada.
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Cuando te necesito, solo cierro mis ojos y te siento, cantaba Rod Steward.
De esos momentos que marcaron mi vida, había olvidado como se sentía ser escuchada, estaba acostumbrada a rezar para pedirle a Dios explicaciones y muchas otras cosas, no es que este mal rezar pero mi sentir estaba relacionado hacía la negación de la existencia de una fuerza superior encargada de todo, tenga el nombre de Dios, Universo o como sea, había sido por mucho tiempo sentirme separada o castigada porque las situaciones se presentaban como una mala jugada de cartas era como si hubiera estado viviendo desde un berrinche, así que la oración había perdido sentido en mi vida.
Como para que rezar si nadie va a escuchar, era mi sentir.
Había aprendido a hacer oración como obligación, un tiempo también me pareció que lo hacía para dar órdenes sobre cómo debe ser la vida, querido Dios he sido buena mándame un buen esposo o un carro nuevo…
Le dejaba el trabajo a alguien más para no responsabilizarme, que curioso.
Regresando al taxi esa extraña coincidencia con la canción la viví como cuando una plegaria tiene respuesta, tocó mi ser, tal vez son mis ideas románticas acerca del amor, pero es de esas veces que experimentas una comunicación con el todo.
Cuando el corazón sonríe, no hay forma que la cabeza entienda nada.
Darme cuenta que después de todo si hay algo escuchando, que es posible comunicarse con esa fuerza superior es algo maravilloso.
La música ha marcado momentos en mi vida pero solo para llevarme a ese sitio, donde las formas, el tiempo, el espacio pueden observarse.
Ese estado mental silencioso donde se desarrolla la comunicación, donde recuerdo como es escuchar, donde siempre soy escuchada.
Las historias pierden sentido porque el corazón está sonriendo, ahí esperando solo ser reconocido.
Seguro como esta anécdota de ver a Dios en una canción hay más, el no sentirme escuchada me ha ayudado a descubrir otras formas para comunicarme, el corazón se va presentando como una planta que requiere atención y cuidados.
Los berrinches de la mente tal vez son solo el llamado para empezar a mirar hacia otro lado.
La intuición se va desarrollando como una buena guía que me ayuda a observar todo más lleno de vida, incluso como si las cosas o situaciones me hablaran, como ir aprendiendo a ser testigo de la hermosa música que está tocando Dios a través de todo lo que existe.
Desde esta perspectiva Dios/Universo guiando todo, es sencillo reconocer que no somos más que marionetas en este juego de la vida desempeñar el rol que se necesita se hace de forma más ligera.
Definitivamente meditar me enseña todos los días a comunicarme mejor, tal vez rezar también a veces es escuchar.
Michel redactora de Hermandad Blanca