Revista En Femenino

Sobre ruedas

Por Peineta

Este post hace tiempo que lo quería escribir, pero he preferido esperar a tener mis emociones equilibradas, en cuanto a madre se refiere, es decir cuando ya he tenido el tema más o menos digerido, ya saben por eso que dicen que soy una exagerada y no dramatizar demasiado con el tema.

Después de tres años y medio, puedo confirmar que soy madre de un niño con una psicomotricidad avanzada y envidiable. Y digo envidiable, porque ya me gustaría tenerla para mí. Creo que esto lo podría haber visto venir cuando le vi gatear cual ratón veloz, o cuando decidió que diez meses y medio eran más que suficiente para comenzar a caminar, correr a los 14 meses y voilà! la madrina le regalo su primera moto a los 15 meses. Antes  de la moto ya había llegado un mini andador plegable que también hacía sus delicias, o como bien me recordó el aitona “ese carrito del helado”, que con 10 meses llevaba a toda pastilla por el pasillo de casa.

Todavía recuerdo el video del gorila, donde me enseña como nuestro hijo se tiraba cuesta abajo con sus 14 meses en el andador, mientras el corre a la par y de fondo se oye la voz desgarrada de  “frenauuu monillo frenau”, una aquello no lo asimilaba. Pero la cosa no mejoró, la moto de la madrina era lo más y nosotros vivimos en cuesta, era salir con ella y tener que ir a la par corriendo, era muy peque no era consciente del tema coche-carretera-cruces… y claro el aitona en una de esas soltó  “yo con el chaval y el vehículo ese no veo factible el salir de paseo, vamos”. Con el tiempo apaciguó y aprendió a esperarnos, pero también a subir los pies cual renacuajo para pillar más velocidad.

A la par de la evolución de las ruedas también iban los columpios. Sí claro, yo para que voy a subirme en el tobogán que me toca por edad, si ahí justo al ladito hay uno donde hay que subir trepando unas cuerdas, pasando un puente de 7 maderas y puedo tirarme desde más metros, total mi madre ya está acostumbrada a gritar cual posesa y empieza a llevar los ataques de corazón relativamente bien… Pero claro señor monillo, cuando usted no termina de dominar el tema y hay que ayudarle, pues eso, una no mide como el gorila, y termina teniendo que subirse con todo su vértigo y su poca-destreza al tobogán de marras para que el niño no se la pegue. Me ha costado una media de año y medio, pero ahora ya tengo claro que cuantas más cuerdas haya, más hay que escalar y trepar y cuanto más grande sea el columpio, allí irá él, yo me haré un nudo de mis nervios y me pondré abajo a contemplar en posición elefante de Yoga, porque no pasa nada, él controla.

En cuanto a las ruedas, la cosa fue subiendo de tono y claro para eso tener un pueblo como Madridtxikito no ayuda. Durante la navidad de sus dos añitos, decidió que él quería montarse en los patinetes ajenos y en cualquier bici con ruedines donde le pusiéramos, pero no le dimos mucha importancia. El resto del año siguió perfeccionando la moto hasta el punto de ganar la carrera de motos de la guarde, (según el gorila el video le da vergüenza ajena, parezco la panto jaleando a mi niño y revolcándome en el lodo con su victoria, pero es que fue fulminante…).

PicMonkey Collage

EVOLUCIÓN VEHICULAR DEL MONILLO

Y cuando todo parecía llegar a un equilibrio estable, ZAS!! Llegaron más ruedas, queríamos patinete al precio que fuera, y el aitona le dio en el gusto para su cumple. Todavía recuerdo la cara del vendedor observando la prueba de producto del monillo, le puso al vendedor de peineta todos los patinetes de 3 ruedas que el correspondían por edad y le dijo muy clarito: “No, no,  jo vull aquets de dos rodes de nens grans”, (mira empanau pásame esos metálicos de dos ruedas de niño grande). Y efectivamente, el tío los manejaba bien, dos madres de me acercaron en plan ¿Cuántos años tiene?  Y claro mi orgullo de madre me salía por los poros al responder ” va hacer tres en un mes”. A día de hoy, todo lo que diga es demostrable por la gente que nos conoce, el dominio del monillo con el patinete es de asustarse, el tío se pone de cuclillas, se baja se sube sobre una pierna, todo con tal de pillar  velocidad y curvas…yo lo observo entre atónita y orgullosa, mientras pienso que eso sí que no lo ha heredado de mí.

Pero cuando yo pensaba que el tema se quedaría en patinete y sus diferentes alturas, ZAS!! Otra vez el pueblo y otra vez más ruedas. Un wassap del aitona me confirma que mi hijo sabe andar en bici de dos ruedas y que hace más horas que Induráin, acuñando que es una suerte que no haya tenido que ir detrás de él, como sí lo tuvo que hace con su vaca-burra de hija cuando tenía  9 años con mi BH roja. Entonces, me siento en el sofá y miro al gorila “Nene, yo lo de la bici era, como el regalo típico de reyes de cuando cumplías 8 años no…”. El gorila asiente y me mira con pena, sabe que nuestro ciclista particular no cesará hasta ver en casa otro vehículo más y señores el monillo tiene más flota que el lehendakari!!

No tengo ni idea cuáles serán sus siguientes ruedas, eso sí a pesar de mi calma y sosiego no hago más que insistir en que hay que invertir en cascos, porque a pesar de todo debo confesar que algún que otro “ayayay” sigo soltando, entiéndanme para mi es ni niño pequeño y una no termina de digerir su destreza y habilidad motriz. Eso sí, este post es también un aliento para aquellas madres que se sienta identificas, porque tiene sus partes buenas,  puedes subir escalera tranquila con dos años porque sabes que te seguirá, puedes dejarles dar vueltas con la moto sin tener que vigilar si es capaz de subir o bajar una cuesta o un peldaño y normalmente te pedirá menos ayuda física que otro tipo de niño.


Tagged: andador, bici, correpasillo, madre histérica, ruedas y más ruedas, toboganes de vértigo, un monillo muy hábil
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