En plena ola de calor, que no sé porqué la llaman así si las olas vienen y van y esta se ha quedado aquí eternamente, tratando de sobrevivir en esta Barcelona de guiris, terrazas, cine en la playa, música en los parques, tapeo, top mantas, bochorno, prisas, aglomeraciones... Y sí, el turismo es beneficioso para la economía pero echamos de menos esa Barcelona más serena y tranquila de hace 20 años. Hasta se publican guías tipo "Barcelona sin guiris" "Locales de la ciudad donde sobrevivir sin turistas" y proliferan itinerarios del tipo "Ruta esquiva-guiris por Barcelona".
Claro que progresar está muy bien, pero hay una Barcelona que ya no está ahí, ha volado por esta compulsiva obcecación que tenemos a evolucionar como un pokémon; de reinventarnos de una forma enfermiza y tratar siempre de ser la vanguardia de todo en todo momento. Sé que los que no vivan aquí pensarán qué me quejo de vicio; que qué tendrá de malo aparecer como la ciudad turística de referencia en el Mediterráneo visitada por millones de personas al año. Pues que no es lo mismo tener turismo que ser una ciudad entregada al turismo. Los costes urbanos y sociales son demasiado altos.
Y perdón por el testacomment pero es que para los barceloneses el lamento nostálgico es común. Barcelona ha sido y será siempre "destruir para renacer" y eso es muy estresante.
Así que con este post tan reflexivo, posiblemente el calor me hace estar más espitosa, me zambullo un día más en la vorágine de esta ciudad contando los días para desaparecer al menos durante unas semanas. Aunque, en el fondo, sabes que no basta con regresar a una ciudad para dejar de echarla de menos...