Revista Educación

Sobrevivir como madre a una pierna escayolada

Por Noelia-Golosi @ElBlogDeGolosi

Sobrevivir como madre a una pierna escayolada

Cómo narices se apañan las madres solteras y sin familia cerca en caso de tener un percance que les imposibilite moverse libremente? Por más que lo intento no logro entenderlo. Deben tener súper poderes.
Para quien no lo sepa aun, ayer a primera hora de la mañana y yendo hacia el trabajo, me hice un esguince en el tobillo izquierdo y me escayolaron el pie - lo que viene siendo media pierna -. No es la primera vez que me hago un esguince en este pie, que llevo unos cuantos desde que a los 13 ó 14 años me hice el primero en el pueblo de mi padre y no me lo curé. Pero sí es la primera vez que me escayolan.
sobrevivir como madre a una pierna escayolada
El último esguince que tuve fue embarazada de Bruno, y si bien era una putada porque tenía a Marcela con tres años recientes, no tengo el recuerdo del agobio de este. En ese tuve más dolor, un dolor casi insoportable que desapareció cuando a los dos días me quité la venda que me habían puesto extremadamente apretada en el centro de salud. Entre marido y su madre se hicieron cargo de Marcela, y yo que estaba más valiente fui haciendo también lo que pude - no soporto estarme quieta cuando hay cosas que hacer -.
Pero cuando ayer en urgencias el doctor que me atendió me dijo que tenía escayola para tres semanas... estuve diez minutos sin parar de llorar a moco tendido. Y no por el dolor - que también - sino porque de repente se juntó en mi mente todo lo urgente que tengo pendiente en el trabajo, el festival de danza de Marcela este domingo, el bautizo de mi sobrina también este domingo, el festival de Bruno el miércoles - y con la ropa aun sin comprar - el pregón del sábado siguiente, el cumple y la fiesta de Bruno el domingo, las fiestas mayores que empiezan en 15 días... y todo lo que ya de normal hay que hacer en una casa y con hijos.
Marido se ha llevado la peor parte y es al que le toca ir de cabeza de un lado para otro, levantar, arreglar y llevar al cole a los niños por la mañana, recogerlos y "encasquetarlos" a quien pueda antes de volverse a trabajar, mantener la casa con un mínimo de habitabilidad, baños, cenas y acostarlos. Y cargar con mi cuerpo serrano para subir y bajar las escaleras de casa, que esto bien merece mi agradecimiento. No sé cómo se lo montará para comprar las zapatillas y el pantalón para el festival de Bruno y mil cosas más. Todo esto sin dejar de lado sus otras actividades obligatorias.
Seguro que muchas estaréis pensando que no es para tanto, que eso es lo que nos toca hacer a nosotras cada día. Y quizá sea así, pero no es lo mismo.Que debería ser, pero no lo es. Además estoy segura de que tener a Pepito Grillo, osea servidora, dando órdenes indicaciones a cada milisegundo pues no lo hace más llevadero. Reconozco que me está asombrando lo bien que lo lleva de momento.
Sólo con el día de ayer tuve suficiente como para tomar la decisión de no agotar esas tres semanas prescritas por el médico. A pesar del pánico al dolor y el tembleque y angustia que me entran sólo de pensar que puedan tocarme el pie, en unos días seré valiente e iré al fisio, a ver esas tres semanas en qué se quedan - uff, lo escribo y tiemblo. Me va a doler horrores, lo sé, así que como le he dicho a un buen amigo que me ha llamado hoy y me ha recomendado esto mismo, lo pensaré cuando llegue el momento, que sino vaya forma de agobiarme aun más -.
Por cierto, esta mañana antes de irme al trabajo he tendido una lavadora y he recogido la cocina, que aun tengo una pierna y dos brazos bien.
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