Definitivamente éste ha sido el último paseo invernal de la temporada. Y un paseo muy especial, con unos buenos amigos de anfitriones, enseñándonos Santiago de Compostela desde las alturas, mientras el sol se escondía.
Hoy escribo esto con el sol entrando a raudales por las ventanas y, aunque todavía no me atrevo a guardar toda la ropa de invierno y sacar la manga corta, sí que le he dicho adiós a la calefacción y a ir tapada hasta las orejas.
¡Feliz semana, queridas lectoras! Y muchas gracias por vuestros comentarios, que me dan una alegría infinita.