Ligar los salarios a la productividad es la última ocurrencia del Sr. López, presidente de la autonomía vasca, y es socialista, ahí donde lo ven; ni más ni menos. La flexibilización del mercado laboral es un eufemismo para abaratar los despidos, pero permitir de ese modo, un aumento en las contrataciones; los sindicatos, a modo de estómagos agradecidos, han dejado hacer y deshacer a su antojo, a esta administración que da una de cal y otra de arena, o sea, una de izquierdas y otra de derechas, en el más amplio sentido de la palabra. Ligar los emolumentos a la productividad está bien, pero dejará a numerosos trabajadores en precario, especialmente a los maulas, vagos, irresponsables y escasamente productivos para la empresa, que tampoco está mal, pero resulta siempre una suerte de despido encubierto. El lehendakari es socialista, aunque defienda este tipo de medidas, porque los principios se pueden cambiar, como los cromos, y en eso los sindicatos son verdaderamente expertos, como tuvieron ocasión de demostrar a lo largo de estos últimos ocho años, a la vista del gran público. Si Aznar hubiese tomado medidas similares, las calles se llenarían de manifestantes contrarios al fascismo de una derecha extrema que protege al capital y al empresario, pero siendo progresista, la decisión es correcta y necesaria, representando una defensa de la clase desfavorecida, firmada por el progresismo militante. que así sea.