Revista Política
En Roma había esclavos tan patriotas que traicionaban a sus amos cuando estos traicionaban claramente los intereses de la patria. En estos casos los cónsules ordenaban, por una parte, manumitirlos, por haber delatado a enemigos de la patria, y arrojarlos, por otro lado, desde la Roca Tarpeya, por haber traicionado a sus señores. Es evidente que con este sistema muy pocos esclavos delataban a sus señores cuando estos conspiraban contra el bienestar y la libertad de la patria, prefiriendo ser cómplices que patriotas, como buenos esclavos que eran y no hombres libres, lo mismo que los jueces corruptos que Montesquieu veía que permanecían mudos como estatuas de madera o de piedra ante la injusticia del poder político. Pues bien, en una tesitura parecida deben estar los funcionarios de los niveles bajos e incluso medios del Ministerio del Interior en eso que se pueden llamar las acciones de cloaca del Estado respecto a sus Jefes y los órganos superiores de dicho Ministerio. Las cloacas, etimológicamente hablando, eran los culos de las ciudades clásicas. Las cloacas del Ministerio del Interior son la sentina mefítica adonde van a parar los excrementos tras haber hecho digerir el Gobierno a dicho Ministerio una política de indignidad y claudicación ante los “enemigos de la patria”.
Existen ese tipo de cloacas (algunos funcionarios de los TEDAX que investigaron el 11-M, otros funcionarios policiales soplones en el “Faisán”, etc.) porque aún existe una razón de Estado que se resiste a ser domesticada por la moral, la dignidad y la lealtad a la ciudadanía. Por otro lado, Ministerios como el de Defensa o el del Interior son los ámbitos más propios para que los mandos sirvan de ejemplo de valor, moralidad e integridad a sus subordinados. En ningún otro Ministerio se mimetiza tanto por los subordinados la moral de los mandos como en estos dos Ministerios, en donde a menudo lo colectivo se tiene que imponer a la visión particular o el interés individual.
Por otro lado, el pensamiento que ve necesaria la existencia de las cloacas del Estado es un producto intelectual más bélico que pacífico, más militar que civil. Si transigimos con las Cloacas del Estado que se extienden por el Ministerio del Interior y el de Justicia acabaremos perdiendo como ciudadanos las garantías mínimas que demanda el más tímido Estado Democrático, aunque el actual no lo sea. El caso Faisán, las oscuridades tenebrosas del 11-M, los malos tratos que recibe nuestra población reclusa según Amnistía Internacional, y algunos famosos casos de cohecho ocurridos en la cúpula del Poder Judicial, son todos ellos síntomas de la misma enfermedad: la falta de control que tiene la sociedad sobre aquellos que se les ha encomendado la defensa de nuestra libertad y de la elección de nuestro destino propio y el colectivo. De lo contrario, la corrupción masiva de una parte del poder hará caer al régimen entero.Lo que por otro lado es perfecto: tirar la mierda monárquico-eclesiástica afeminada y ladrona a tomar por el mismísimo y angelical bull.