Revista Educación

Socorro: mi hijo es un adolescente

Por Mónica Soldevila @mosolvi

El peor defecto que tienen las madres es que se mueren antes de que puedas agradecerles parte de lo que han hecho por ti. Lo dejan a uno desvalido, culpable e irremisiblemente huérfano. Por suerte hay sólo una. Porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces.

Isabel Allende

 adolescentes riendo

- Mónica Soldevila-

El médico inglés Ronald Gibson, comenzó una conferencia sobre conflictos generacionales, citando cuatro frases:

1). ‘Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos’.

2). ‘Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible.’

3). ‘Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos’

4). ‘Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura’

Después de estas cuatro citas, quedó muy satisfecho con la aprobación que los asistentes a la conferencia daban a cada una de ellas. Entonces reveló su origen:

La primera frase es de Sócrates (470 – 399 a.C.)

La segunda frase es de Hesíodo (720 a.C.)

La tercera frase es de un sacerdote del año 2.000 a .C.

La cuarta frase estaba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) con más de 4.000 años de existencia.

Ante la perplejidad de los asistentes, el Doctor Gibson concluyó diciéndoles: “Señoras madres y Señores padres de familia, relájense, que la cosa siempre ha sido así”.

El comportamiento del adolescente es construido, casi en su totalidad, en el hogar del que proviene. Inconscientemente, los padres transmitimos mensajes en todo momento, aunque no sintamos que estamos educando. Es lo que se llama el “efecto espejo”; un adolescente no crea una imagen sino que la refleja. Tendemos a pensar que el adolescente hará lo que le digan sus padres, lo que le han dicho que hay que hacer desde pequeño, pero esto no es así, no puedes pedirle a un niño que haga lo correcto si tú no lo haces. Cuando son pequeños, imitan a sus padres de manera inconsciente: si le gritas, gritará; si le pegas, pegará; si tú no comes de todo, él tampoco lo hará; si tú no le pides perdón, él no lo pedirá; si tú te burlas de otras personas, el también se burlará… En la adolescencia, etapa en la que florece el estrés emocional y el resentimiento, puede que incluso te recrimine “¿Y quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer? Los adolescentes son extremadamente sensibles a las críticas. Además pueden llegar a ser capaces de actuar empujados por su grupo de amigos, mostrarse crueles y hacer daño a los más indefensos, transformándose en personas completamente distintas cuando están solos.

Una familia unida puede superar las más fuertes crisis de un adolescente, mientras que una familia dividida puede que ni si quiera sea capaz de distinguirlas. El ambiente familiar en el que crecen es de vital importancia. Los niños necesitan que sus padres les pongan normas y límites para aprender a diferenciar lo que está bien de lo que está mal y crecer respetando a los demás. De este modo aprenden a organizarse a la vez que crean buenos hábitos para desenvolverse en la vida.

La adolescencia es una etapa de experimentos y aventuras: pelo largo, ropa peculiar… Y la tolerancia es una parte de la educación que debemos dar a los hijos. Vas a tener que dejarlo tranquilo un tiempo. De este modo, el adolescente, con su victoria interior alcanzada, un día aparecerá bien vestido, limpio y como un miembro más que respetable de la sociedad. Esto no quiere decir que le dejes hacer todo lo que le dé la gana, la disciplina sigue siendo importante, simplemente acepta sus sentimientos, muéstrate siempre dispuesto a escucharle sin hacer demasiadas preguntas, dale algún margen de decisión y llega a acuerdos con él. Eso sí, los acuerdos son inquebrantables: si se acuerda hacer los deberes antes de jugar a la Play Station no habrá excepciones aunque se presente en casa con algún amigo. Si cedes, el adolescente puede sentirse con derecho a quebrantar las normas.

Tu hijo se transformará y tu relación con él también. No te desesperes; deja pasar la tormenta, mostrándote firme pero afectivo. En ese momento, en el que el adolescente muestra rabia y resentimiento, cuando parece que ya no te necesita, es cuando te necesita todavía más. En esta etapa no debemos dar demasiada importancia a su ropa o a su aspecto, es algo transitorio: tu pequeño, que creías haber perdido para siempre, volverá a ti convertido en una persona mayor y encantadora.


Volver a la Portada de Logo Paperblog