Tras concluir la Asamblea General, reunida para elegir nuevas
autoridades, el Sodalicio de Vida Cristiana siente el deber, a la luz
de la justicia y la caridad, de comunicar hechos dolorosos referidos a
quien fuera Vicario General del Sodalicio de Vida Cristiana, Germán
Doig, fallecido el 13 de febrero de 2001.
En junio de 2008 recibimos un testimonio dando cuenta de inconductas
sexuales de Germán Doig reñidas con su condición de cristiano y de
laico consagrado del Sodalicio.
Luego de la sorpresa inicial, del dolor y el desconcierto –porque esta
doble vida nos era desconocida-, una comisión de autoridades de
nuestra comunidad comenzó un proceso de investigación a lo largo del
cual recibió dos testimonios adicionales entre junio de 2008 y
diciembre de 2010. En ningún caso se trató de abuso de niños.
Las personas que han prestado su testimonio han pedido guardar el
anonimato. Por ello, este proceso se ha llevado a cabo en la más
estricta y debida confidencialidad.
El conocimiento de los hechos nos llevó ante todo a brindar asistencia
a las personas afectadas para reconciliar las heridas que pudieran
tener, tanto espirituales como psicológicas.
Ante la consistencia y credibilidad de los testimonios comunicamos
estos hechos a diversas autoridades eclesiásticas, a los miembros del
Sodalicio y de la familia espiritual.
Decidimos detener los actos preliminares que llevábamos a cabo para
iniciar el proceso de reconocimiento público de quien creíamos tenía
una vida modélica; así como retirar su retrato de distintos lugares.
No hemos cerrado la posibilidad de tomar ulteriores medidas.
Queremos dejar en claro que estas conductas contrarias a nuestra
vocación cristiana y nuestros compromisos libremente emitidos ante
Dios no sólo no pueden tener cabida en nuestra comunidad sino que
deben ser denunciadas y rechazadas con energía, claridad y
transparencia. Actos graves como estos conllevan un proceso de
expulsión del Sodalicio.
Como comunidad declaramos además que no podemos considerar a Germán
Doig como una persona ejemplar. Hoy lo encomendamos al corazón
misericordioso de Dios y a la intercesión de María sabiendo que ella,
la Virgen Santísima, a quien hemos confiado nuestra comunidad desde
sus inicios, nunca deja de interceder por todos sus hijos.
Ante esta situación dolorosa pedimos con humildad que se unan a
nosotros para ofrecer oraciones por todas las personas afectadas y sus
familias y para que quienes formamos parte de esta comunidad podamos
estar siempre a la altura de los ideales de la fe, esperanza y
caridad.
Revista Religión
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