Soledad Poblete, pequeña habitante del Barrio O’Higgins, de tan solo diez años, un 14 de septiembre de 1973, fue impactada por un proyectil de guerra que entró por la ventana del segundo piso de su casa mientras estaba en compañía de su familia. Esta situación tuvo su origen en un supuesto enfrentamiento entre militares y militantes de izquierda. Su hermano mayor y un vecino, la trasladaron con demora y dificultad hasta la Posta Infantil del desaparecido Hospital “Enrique Deformes” de Valparaíso. Esa tarde Soledad no lograría sobrevivir debido a las graves heridas internas falleciendo pocos minutos después de ingresar a la posta de urgencia.
Los enfrentamientos de ese día, entre personal militar y militantes de izquierda, nunca han sido aclarados ni investigados. La muerte de Soledad es un hecho casi olvidado por su comunidad y su familia guarda celosa memoria de estos hechos.
Después de treinta y cuatros años, parte de sus hermanas cuentan esos momentos, momentos que por cierto han quedado en el olvido y rara vez se conversan en el espacio familiar. Hasta el día de hoy Soledad no forma parte de la extensa lista de víctimas de violencia política con que el Informe Rettig, denomina a quienes fallecieron en circunstancias similares a Soledad.
La familia Poblete, o al menos parte de ella, y pese a los años transcurridos, sigue viviendo en la población en donde sucedió la inexplicable muerte de Soledad. Aunque ya no estén sus padres, ya que ambos fallecieron en el año ’91, pudimos conversar con María, una de sus hermanas y Juan, su esposo, quien sostuvo a Soledad en los brazos durante el trayecto hasta la Posta Infantil.
Juan Silva, consultado sobre lo que en ese entonces vivió, nos comenta “esto fue el 14 de septiembre. El hermano mayor de Soledad, “El Peco”, estaba en mi casa ya que era el pololo de mi hermana. El estaba aquí y lo llamaron desde la casa y por curiosidad lo acompañé”.
Para entender los hechos, se puede decir que el Golpe Militar en la ciudad de Valparaíso, se había desarrollado sin problemas y sin ninguna resistencia por parte de los partidos políticos y movimientos de izquierda. Sin embargo, el día 14 de septiembre, alrededor de las siete de la tarde, se habrían llevado a cabo varios ataques a patrullas militares. Una de los enfrentamientos, según testimonios de la época, se habría dado en el edificio de la Inacap, lugar en donde vigilaba una patrulla de la armada con una ametralladora.
Producto de este ataque, los militares habrían disparado hacia el sector en donde vivía la familia Poblete. En ese momento “Soledad había subido al segundo piso a ponerse una ballerina y cuando ella se enderezó para subirla, ahí la pescó la bala”, afirma María. Recuerda Juan que “el impacto de la bala la cruzó en forma diagonal, la bala salió por la espalda. Nosotros no nos percatamos de eso, solo sabíamos que estaba herida”.
Durante los primeros minutos, su familia evaluó bajar con la niña por una escala que da a la Avenida Washington, sin embargo “los militares estaban alumbrando con focos hacia el cerro, ya que decían que por ahí habían arrancado los supuestos extremistas. Esto pasó más o menos a las siete, ya estaba oscureciendo. Fue por eso que no pudimos bajar por ahí.”
Dado el desangramiento de la niña por el daño ocasionado en el pecho, su hermano “Peco” y su vecino Juan, la llevaron “a casa de la señora Fresia. Ella se dio cuenta que la herida era mucho más grave de lo que pensábamos”. Luego también la llevaron donde otra vecina, pero el diagnóstico coincidía que la niña necesitaba atención urgente.Ante la situación finalmente se decide dirigirse hacia Calle Cantú, donde un vecino de nombre Rony, los llevó en su vehículo en dirección a la Tenencia de Carabineros, al lado en ese entonces del Jardín Suizo en San Roque. “Llegamos allá, cerca del Jardín Suizo, donde estaba antiguamente la comisaría y nos hicieron esperar aproximadamente más de media hora con la niña en el auto. La demora se debió a que se estaban coordinando con los militares en el plan para que bajáramos sin problemas”, argumenta Juan tratando de recordar todos los detalles.Con una bandera blanca atada al vehículo, finalmente lograron llegar al centro de urgencia infantil, el cual estaba instalado en el costado del Hospital “Enrique Deformes”, en la primera cuadra de Pedro Montt, donde hoy se levanta el Congreso Nacional. Según Juan, “al pasar por la puerta en donde había un marino de guardia, Soledad le dijo ”ustedes fueron…”. Esas fueron las últimas palabras que escucharon Juan y su hermano Víctor. Soledad fallecería cinco minutos después a los diez años de edad. En el obituario del diario El Mercurio, el día 16 de septiembre de 1973, aparecían los agradecimientos de su familia acompañado de una fotografía de Soledad con uniforme de colegio, fotografía que se había tomado en el mes de marzo cuando ingresó a cuarto básico. “Se veló en la casa y debimos en ese entonces tapar las ventanas con frazadas por el toque de queda. Asistió mucha gente al funeral”, comenta María. Soledad cursaba en ese entonces el cuarto año básico, en una desaparecida escuela ubicada en Calle Eusebio Lillo. Según su hermana, Soledad era una buena estudiante. “Era muy tranquila, hacendosa y cuidadosa con su persona. Era muy preocupada, ella se lavaba su ropa pese a lo chiquitita que era. No le gustaba que se la lavaran. De hecho ese día había lavado toda su ropa”.Durante los treinta y cuatro años que han pasado, solo los dos primeros la familia celebró misas de aniversario de la niña. Es más, el tema a nivel familiar casi no se toca. María comenta que en varios oportunidades algunos vecinos o vecinas le sugerían a su papá que denunciaran o informaran estos hechos, en particular cuando retornó la democracia. Sin embargo, él decía que no, porque nunca iba a sacar provecho de la situación, ya que ni con toda la plata del mundo se la iban a devolver”. De esta manera, hasta la fecha, existe un pacto familiar entre hermanos y hermanas:. “Nosotros como familia respetamos esa decisión de mi papá. De hecho nosotros no hablamos este tema, no porque no queramos, sino porque para nosotros fue y es un hecho doloroso. Esta es la segunda vez que lo converso con una persona extraña”.
Al final de la entrevista con Ana y María Poblete, hermanas mayores de Soledad y su esposo Juan Silva, se da un clima que permite la conversación evocando incluso pasajes de sus vidas que la conectan con Soledad, su población y sus vecinos en una época especialmente difícil.
Este 14 de septiembre Soledad Poblete, cumple 34 años de su muerte. Casos como el de ella tienen un reconocimiento en el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, más conocido como Informe Rettig, en el apartado de categorización sobre las muertes y las formas de entender las víctimas en el régimen militar y en particular de aquellas que sucedieron después del 11 de septiembre de 1973. El caso de Soledad debería ser consignado como víctima de enfrentamientos armados, es decir aunque no es una víctima de violación de derechos humanos en forma estricta, la comisión Rettig, estima que por la complejidad de estos hechos deben ser reconocidos en el informe y de hecho los logra identificar bajo una subcategorización.
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