Revista Religión
Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.. (Sal 41) … … La iglesia siempre elogió la soledad y el silencio como un medio para acercarnos a Nuestro Señor y Nuestra Señora. El lograr el silencio y la soledad interior permite una unión más estrecha con Nuestro Señor y Nuestra Señora. Muchas veces la Virgen escoge personas que se retiran de los demás y los llama a una vocación más alta. Otras veces se permite que alguien sea tan aislada que podría perder su apego a las cosas terrenales y las amistades mundanas. Es una oportunidad de oro para ser más humildes, para distanciarse del mundo, y para adquirir el espíritu más noble y más elevado. Estos son algunos de los buenos frutos de la soledad. También hay otro tipo de aislamiento que menudo ocurre. Es el de la persona que no encaja en el mundo. Una persona así se entiende mal y no es bien aceptada por sus parientes, conocidos y compañeros de trabajo, y por lo tanto se convierte en aislado. La soledad para algunos, es la oportunidad de encontrar algo de calma y tranquilidad, pero para otros, quizás para la mayoría, es el temor de enfrentarse consigo mismos y de correr el riesgo de que no les guste lo que encontrarán en su interior. Es posible que se quejen de que su situación es injusta, muchas veces una persona no ve que este aislamiento involuntario puede ser un regalo de Nuestra Señora para unirse con ella. Las almas que realmente buscan esa intimidad con Ella, se encuentran interiormente en pensamiento, espírtu, jaculatorias , sabiendo que María no se queda con nada, pués todo se lo entrega a su Hijo. Cuando se acerca a una persona, es amable, pero aún así se nota que la mayor parte de su alma sostiene un libro silencioso y misterioso, porque tiene una zona de intimidad con la Virgen. Esta parte de su alma actúa como una especie de santuario interior que es la cosa más preciosa que tiene. Por lo tanto, hay muchas ventajas en los distintos tipos de soledad y aislamiento que puede producir frutos extraordinarios y buenos para el alma. San Simeón tenía la misión de la Iglesia de mostrar el valor de la soledad y el aislamiento. Pidámosle que nos ayude a entender y tener el gusto por ese tipo de posición espiritual, de modo que alejarnos de los ruidos y de las cosas del mundo nos sean necesarios para lograr la unión que estamos llamados a tener con Nuestro Señor y Nuestra Señora.