En Estados Unidos únicamente toleran el matrimonio entre personas del
mismo sexo cuatro Estados: Massachussets, Connecticut, Vermont y Maine.
El balance actual sigue arrojando una mayoría absoluta de estados que,
en sus constituciones, solo aprueban el matrimonio entre hombre y mujer.
El pueblo californiano ha manifestado públicamente su voluntad de que
el matrimonio sea entre un hombre y una mujer. Sin embargo, los enlaces
civiles de homosexuales son, ante la ley, matrimonios en todo menos en
el nombre. Las parejas homosexuales estables, como las demás uniones de
hecho, conservan asimilaciones con los matrimonios en lo que se refiere a
la convivencia y a sus secuelas. Pero permanece una gran oposición: dos
mujeres o dos varones no pueden engendrar hijos: solo pueden ser padres
legales de un mismo hijo, mediante la adopción.
Y mientras
tanto, en Francia los defensores del matrimonio formado por un hombre y
una mujer han tomado las calles galas en protesta por dicha ley que
degrada el matrimonio y destruye la familia que es la célula en la que
se asienta la sociedad. En estas multitudinarias manifestaciones se han
concentrado más de un millón de personas.
Por otra parte, una
campaña publicitaria difundida por una cadena de hoteles ha lanzado un
mensaje positivo:"Nos une el compromiso". En la imagen aparecen un
hombre y una mujer recién casados y, aún con el vestido de boda. Deseo
felicitar a esta empresa por lo acertado del mensaje.
Algunos han querido ver una “primavera francesa”, opuesta a todo lo que representaba Mayo del 68. Es curioso cómo se han invertido las tornas en el debate social en las últimas décadas. Mayo del 68 tenía un aire libertario, enemigo de lo institucional, que engendró un individualismo exacerbado. Pero hoy sus herederos son el establishment. Es una generación que incluso cuando ha ocupado las riendas del poder ha seguido presentándose como si fuera contra la clase dominante, disfrutando a la vez de los privilegios del mando y del prestigio de los rebeldes.
Pero este travestismo es ya insostenible. Una verdadera solución libertaria al debate sobre el matrimonio sería abolirlo en cuanto institución sancionada por el Estado, y dejarlo como un acuerdo meramente privado. Pero la reforma de Hollande ha sido acoger a las parejas homosexuales dentro de esa institución tan tradicional del matrimonio, aun al precio de desvirtuarla. Todos respetables padres de familia, con boda en la alcaldía y retoños adoptados. “Matrimonio para todos”, una consigna paradójica en un presidente que, por cierto, convive en el Elíseo con su pareja sin que haya necesitado casarse para adquirir respetabilidad.