Revista Cultura y Ocio

Sólo había partículas de polvo de estrellas, Patrick Modiano

Publicado el 12 noviembre 2022 por Kim Nguyen

Bosmans llevaba tiempo pensando en algunos episodios de su juventud, episodios sin ilación, que se interrumpían en seco, rostros sin nombre, encuentros fugitivos. Todo pertenecía a un pasado remoto, pero, como esas breves secuencias no tenían relación con el resto de su vida, se quedaban en el aire, en un presente eterno. No iba a dejar de hacerse preguntas al respecto y nunca hallaría respuestas. Esos retazos siempre seguirían siendo enigmáticos. Empezó a hacer una lista, intentando pese a todo encontrar puntos de referencia: una fecha, un sitio concreto, un nombre con cuya ortografía no daba. Se compró una libreta Moleskine negra, que llevaba en el bolsillo interior de la chaqueta, con lo cual podía tomar notas en cualquier momento del día, siempre que uno de aquellos recuerdos con eclipses le pasaba por la cabeza. Tenía la sensación de estar haciendo un rompecabezas. Pero, según iba remontando la corriente del tiempo, a veces se arrepentía: ¿por qué tiró por ese camino mejor que por aquel otro? ¿Por qué dejó que este rostro, o aquella silueta tocada con un curioso gorro de piel y que llevaba un perrito atado con una correa, se perdiera en lo desconocido? Le entraban mareos al pensar en lo que habría podido ser y no había sido.

Tales fragmentos de recuerdos correspondían a esos años en que las encrucijadas nos salpican la vida y se nos abren tantas veredas que nos vemos en dificultades para decidirnos por una u otra. Las palabras con que llenaba la libreta le recordaban el artículo acerca de la «materia oscura» que había enviado a una revista de astronomía. Tras los acontecimientos concretos y los rostros familiares, era muy consciente de todo cuanto se había convertido en materia oscura: breves encuentros, citas fallidas, cartas perdidas, nombres y números de teléfono que aparecen en una agenda antigua y hemos olvidado, e incluso las personas con quienes nos cruzamos sin darnos cuenta siquiera. Igual que en astronomía, esa materia oscura era más dilatada que la parte visible de la vida de uno. Era infinita. Y él escribía en la libreta el repertorio de unos cuantos destellos en lo hondo de aquella oscuridad. Unos destellos tan débiles que cerraba los ojos y se concentraba, buscando un detalle evocador que le permitiese reconstruir el conjunto, pero no había conjunto, sólo fragmentos, partículas de polvo de estrellas. Le habría gustado sumergirse en esa materia oscura, empalmar uno a uno los hilos rotos, sí, ir hacia atrás para sujetar las sombras y saber más acerca de ellas. Imposible. Así que ya sólo le quedaba volver a dar con los apellidos. O incluso con los nombres. Hacían las veces de imanes. Traían a la superficie impresiones confusas que costaba ver con claridad. ¿Pertenecían al sueño o a la realidad?

Patrick Modiano
El horizonte
Traducción: María Teresa Gallego Urrutia
Editorial: Anagrama

Foto: Patrick Modiano, por J. Sassier


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