Casi con toda seguridad nuestra chica con síndrome de down no sera una famosa maestra pastelera.
Pero si puede ser una excepcional e imprescindible ayudante de repostería.
Puede que no se lleve los honores ni ponga la guinda al pastel, pero si que puede ser la que amase y endulce los cupcakes que luego saborearan y apreciaran cientos de personas.
Solo hace falta dar la oportunidad.