Por todos es sabido que en esta vida nada perdura. Los cambios son constantes, las estaciones pasan mientras ninguno de sus ciclos es igual que el anterior. La fruta se pudre, las plantas crecen y mientras tanto nosotros nos oxidamos. Recuerdo como de pequeño escuchaba a los adultos comentar que la vida cada vez pasaba mas velozmente , sin embargo desde mi joven visión todo eso eran solo pamplinas y desvaríos de viejos. Esa inocente sensación de eternidad que me embriagaba se fue diluyendo progresivamente con el paso de los años, especialmente al superar la veintena , hasta convertirse en poco mas que un recuerdo. Ya quedaron atrás los años de juventud despreocupada en la que solo importaba el presente y en los que nuestros complejos y traumas solo implicaban hacerse el gallito frente a los amigos o pasar horas acicalándose para la fiesta de la noche. Hoy nos agobian los pagos, la burocracia, la formación, la entrada al mundo laboral, la soledad en muchos casos, todo esto sumado a la creciente presión que añade el darse cuenta de que envejecemos y se nos agota el tiempo. Queremos encontrar una pareja y tener cierta estabilidad tanto económica como afectiva, pero al mismo tiempo deseamos viajar, vivir y dejarnos guiar por las sensaciones. Por costumbre nos quejamos de las ciudades que nos consumen y soñamos con una casa con piscina a las afueras, cerca de la naturaleza. Mientras muchos de nuestros compañeros de vida se marchan al extranjero y unos cuantos se quedan por el camino nos encerramos en nosotros mismos pensando que la culpa es del mundo. Y es cierto que la sociedad en la que vivimos no esta hecha para soñadores idealistas, cierto es que aquí siempre triunfara el mas fuerte y no el mejor, cierto es que parece que en el mundo todo vaya mal, especialmente nuestra propia existencia. Pero es igual de cierto que tanto la sociedad como el sistema fueron creados por humanos , y por lo tanto los humanos pueden cambiarla. A menudo escucho como la gente culpa a los políticos y gobernantes por la mayoría de los problemas tanto propios como comunes sin darse cuenta de que el poder que tienen es justamente el de desviar hacia ellos la atención . Mientras tanto nosotros, los de abajo , seguimos corriendo para no llegar tarde al trabajo o a clase, seguimos llorando por la rutina que nos mata poco a poco, despotricando contra el cambio climático , la explotación laboral y todas las desgracias que se nos expongan , todo ello con una comida rápida en el estomago, un aerosol desodorante del supermercado mas cercano y unas zapatillas fabricadas por alguna gran marca de ropa. Eso es en realidad lo que nos causa tanto dolor interno. Todos nosotros somos en el fondo conscientes de nuestra culpa pero no nos responsabilizamos de nuestros actos, ni siquiera de nuestros no actos. No es de extrañar puesto que nos pasamos los días trabajando teniendo el dinero como único objetivo, sin ver que no es mas que una herramienta. Tras la larga jornada laboral llegamos a casa demasiado exhaustos como para dedicarnos a lo que de verdad nos gusta, así que optamos por encender la tele o el ordenador y ocuparnos en no hacer nada. Por desgracia esta aparente inactividad no es sino distracción , una en la cual se nos muestra ese mundo que tanto nos disgusta como una realidad irrefutable. Así seguimos hasta el día en que podemos jubilarnos recibiendo una lamentable pensión con la que apenas se puede subsistir, ya sin energía ni ganas para emprender ninguna de las magnificas batallas mediante las que soñábamos hacer de este un lugar mejor. Al fin y al cabo el tiempo que nos queda para entonces nos parece demasiado breve para crear .
Solo dos cosas me consuelan viendo la situación en la que prácticamente todos nos vemos envueltos desde el nacimiento. La primera es saber que siempre habrá alguien que no se rinda, que luche y que pese a tener todo en contra se mantenga firme en sus convicciones. Y poco me importa que esas convicciones sean contrarias a las mías , puesto que mis ideales son míos y no son para nada absolutos. Además lo que nos falta es convicción y voluntad , para todo lo demás quizás sea ya demasiado tarde. El segundo de mis consuelos es saber que yo desapareceré , así como todo lo que me rodea. Los edificios se derrumbarán, la humanidad pasará y con ella todas sus creaciones. Pero la belleza perdurara eternamente. La magnifica estructura cósmica, el brillo de las estrellas , y mucho mas lejos en el tiempo de lo que podamos siquiera imaginar, la belleza del vacío y del silencio. El mayor de mis consuelos es saber que aunque todo se tuerza y acabemos haciendo del planeta tierra el infierno que parece que nos hemos empeñado en construir , solo la belleza será eterna. Ni siquiera el dolor, ni siquiera la felicidad podrán competir en longevidad con la belleza.