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2015 Coaching // Coaching personal // Pareja
SOLO PERCEPCIONES…
Escrito por Miguel Benavent de B. Sin comentariosEste fin de semana pasado finalicé un apasionante taller de iniciación al Dragon Dreaming. Toda una experiencia! Aprender cada día algo nuevo siempre ha sido algo esencial en mi vida. Y si además, como en este taller, se enseña a crear proyectos con impacto en el mundo, aprendiendo a identificar y gestionar los dragones que cada uno de nosotros tenemos dentro y nos obstaculizan para llegar a cumplir la misión que tenemos en nuestra vida, el reto es apasionante…
Es verdad, detrás de cada dragón o sombra, está nuestra felicidad, estoy convencido cada día más de ello. Pero ahora quería reflexionar sobre una de las acciones que realizamos al finalizar el taller. Cada uno de los asistentes (éramos unos 10) escribía su nombre en un folio en blanco y se lo colgaba en la espalda con una cinta adhesiva. Así, cada uno de los otros asistentes podía escribir qué le había aportado esa persona, con quien compartió el taller durante los dos últimos fines de semana. En la foto verás lo que escribieron (anónimamente) diferentes personas sobre mí. Solo me sorprendió lo de “hipnósis”, la verdad. Pero me hizo reflexionar y ahora y aquí lo hago en voz alta…
En nuestra vida todo son percepciones, tamizadas por lo que cada uno puede o saber ver, sobre sí mismo y sobre los demás. Y eso nos hace actuar de una cierta manera con cada quien y en cada momento…
Es verdad que en una cierto periodo de mi vida influían mucho las percepciones de los demás. Por ello me preocupaba la imagen que proyectaba yo mismo y su impacto en los demás. Es como si hubiera construído un personaje que se adaptaba “camaleónicamente” a lo que los demás esperaban de mí. Pero no era yo, era un personaje de ficción que se parecía a mí, pero que trataba desesperadamente de ser aceptado por mi entorno. Pero, con el tiempo, me di cuenta de que ese personaje no era siempre leal con lo que yo era en la realidad y, por esa misma razón, no me beneficiaba. Sí, era aceptado e incluso querido, pero no era el Miguel auténtico que yo conocía en la clandestinidad de mi soledad y de mi silencio conmigo mismo.
Tuve que aprender a descubrir día a día a ese Miguel, con sus sombras y sus luces, para saber quién era de verdad, profundamente. ¿Cuántas veces me definía a partir de mi actitud con los demás, su percepción o a partir de mis propios actos, a veces en contra de mis principios y mis valores auténticos y hasta entonces, ignorados por mí mismo y por los demás? ¿Cuántas veces actuamos según una idea sesgada o falsa que tenemos de nosotros mismos o fabricada a partir de percepciones de los demás? ¿Cuántas veces somos -y actuamos- realmente como somos, en nuestro interior? ¿Como pueden entonces ser nuestras relaciones con los demás, sino un despropósito, porque no se basan ni compartimos lo que realmente somos y sentimos?
Seguramente la solución a este autoengaño pase por reconocerse tal como uno es, aceptando las luces y las sombras, cuando aparecen. ¿Amo, ahora? ¿Tengo miedo, hoy? Pues aceptarlo, es el primer paso. Las luces y las sombras forman parte consustanial de cada uno de nosotros, lo queramos o no. Podemos habernos considerado valientes como persona, pero eso no nos priva del miedo, aunque queramos. Alguien dijo que el coraje no es no tener miedo, sino nuestra capacidad de gestionarlo, es decir, mirarlo de cara y aceptarlo, para luego superarlo. Hasta que no eres capaz de hacerlo así, es imposible ser feliz, porque nuestra felicidad está siempre detrás del miedo superado. Y todos tenemos miedos -llámale dragones, si quieres- que afrontar.
Así que, volviendo a las percepciones de los demás, ellos solo ven lo que nosotros mostramos de nosotros mismos, que no es más que una parte de nuestra identidad, en un mundo en que se nos enseñó a esconder y/o evitar nuestros sentimientos y miedos. Solo el dia que aceptas tu propia vulnerabilidad, tus sombras y tus miedos, eres capaz de ser y vivir tu ser auténtico y, lo que es mejor, compartirlo con los demás. Y es en ese compartir ser como eres cuando uno crece y supera cada día sus limitaciones, sombras y miedos. Por decirlo de alguna manera, es cuando eres capaz de amarte y amar, de verdad. Entonces es cuando amar se convierte en una forma de andar el camino de nuestra vida. Cuando amas así, compartes y te entregas entero y auténtico, sin miedo y con el ánimo de ir sustituyendo las sombras por la luz, compartida y mútua, con quien amas.
Probablemente hoy ya sé amar, de verdad. He tardado muchos años, pero al fin aprendí de mis errores! Me amo porque sé quien soy y, a la vez, sé ver en los demás -que no son más que espejos- todo aquello que soy y que no sé ver ni aceptar de mí mismo. Y amo porque comparto sin miedo todo lo que soy, confiando en que, al compartirlo, me doy por entero y, a la vez, con la voluntad de crecer cada día, juntos. Al fin y al cabo, amar a alguien no es más que compartir un camino mútuo de crecimiento, que es lo que en realidad es la vida! Es precisamente la necesidad de ser, sentir y mostrar en todo momento todo lo que en realidad soy con quien amo, lo que me obliga a reconocer mis limitaciones y miedos, compartirlos y superarlos. Todos queremos dar solo lo mejor de nosotros mismos a quien amamos. Pero lo valioso es compartir también las sombras, pues también forman parte de mí. Por eso, para ello antes debemos tener el valor de saber quién somos, admitirlo, compartirlo y, lo que es más importante, tener el firme propósito de mejorar cada día, junto a quien amamos. Y viceversa, pues el otro debe confiar en hacer lo mismo contigo, para mostrarse, compartirse y crecer cada día, junto a ti, superando sus propias sombras.
En el mismo taller, alguien jocosamente dijo que se levantara quien no hubiera hecho el amor alguna vez en su vida. Inmediatamente pensé que hasta hace muy poco no hubiera podido responder afirmativamente a esa pregunta. Sí, tal vez había jugado a amar, incluso me había sentido enamorado de alguien o me dejé amar, pero no podía amar de verdad, simplemente porque no sabía lo que era amar, de verdad. Antes tuve que aceptar lo que soy -con mis luces y mis sombras- para después compartirlas, para ser capaz de crecer cada día y, a la vez, ayudar a crecer a quien amo. Entonces te das cuenta de que la vida no es más que compartir sin miedo lo que en realidad eres con quien amas por ser tal como ahora es, aceptando ambos ser imperfectos pero perfeccionables, para que tal vez algún día lleguemos a ser tal y como nos soñamos, mutuamente!
Al fin, hoy estoy aprendiendo a vivir, pues cada día aprendo a amar y a ser amado, mejor y de verdad, sé a quien amo… a pesar de las percepciones!