En septiembre Catalina Bibiloni cumplirá 60 años, aunque pocos lo vieran posible hace algo más de una década, cuando un cúmulo de desgracias la llevaron a ser una persona dependiente. La suya es una historia de baches médicos y administrativos que la han conducido a tener que caminar ayudada de un andador, de su hijo Miquel y, en muchas ocasiones, de una silla de ruedas. Según el Govern su porcentaje de dependencia es del 57% para un total de 68 puntos, a lo que hay que sumar los diez puntos de movilidad reducida. En teoría, y según dictamina la conselleria de Familia y Servicios Sociales, solo hacen falta siete para pedir la habilitación de una plaza de aparcamiento para minusválidos, lo que lleva años reclamando si éxito.Catalina vive en la calle de la Roca de Algaida. Frente a su puerta, el Ayuntamiento le pintó hace un tiempo, un rectángulo amarillo de un metro cuadrado para que al menos pudiera salir de su casa tranquila. Pero casi nadie lo respeta: "dicen que no lo ven", explica, "pero nadie quiere solucionar el problema. Yo solo quiero poder salir de casa tranquila, sin tener que llamar cada día a la Policía Local para que haga cumplir con lo que hay pintado"."Se entiende que aparquen encima y dificulten la salida de mi madre a la calle, porque la gente no sabe qué quiere decir el cuadrado y porque no hay ni una triste placa que así lo indique", señala su hijo, cansado de pedir al consistorio una solución que no llega: "nos han dicho que no nos van a pintar una plaza de aparcamiento, así de claro; e incluso nos han amenazado con quitarnos el espacio reservado frente a la puerta si seguimos quejándonos". De hecho el Ayuntamiento ya lo hizo hace poco, cuando amplió la acera que hay, curiosamente frente al número 13."Le hemos dado una alternativa"
Hace unos días, madre e hijo se reunieron con el alcalde de Algaida, el socialista Francesc Miralles, sin demasiado éxito. "No podemos crear aparcamientos privados para un particular. Las plazas para minusválidos tienen que ser públicas", se defiende, "ya le hemos dado una alternativa, que es la de habilitar un aparcamiento para personas con movilidad reducida en la plaza del Sitjar", a más de cien metros de su casa, "las situamos cerca de edificios públicos, como debe ser".
Pero siguiendo la misma calle sí que hay al menos una plaza de estacionamiento para minusválidos pintada de amarillo, frente a una vivienda particular. "No lo entendemos, tan solo pido poder hacer una vida normal, poder montarme tranquilamente en un coche si tengo que moverme de un sitio a otro, o simplemente para ir al médico". Catalina tampoco pide una plaza en exclusividad, sino pública para todas aquellas personas que sufran un déficit en su movilidad y dispongan de una acreditación en su vehículo.Miralles prosigue argumentando: "tampoco podemos como Ayuntamiento poner una placa que diga que se respete lo pintado, porque el pequeño cuadrado también lo ponemos a los padres de niños con cochecitos en calles estrechas, por ejemplo. Además, esta señora es que tampoco tiene coche". Aunque sí que lo tiene su hermana, que vive en el mismowww.diariodemallorca.es/part-forana/2014/05/24/quiero-salir-casa-tranquila/934896.html
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Revista Solidaridad
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