SOLO QUIERO VIAJAR, DESPUES DE LOS 65, MIENTRAS HAYA SALUD – Una cuarta parte de lo que comemos es lo que nos hace que sigamos vivos. El resto es lo que paga los sueldos a nuestros médicos. ¿Es verdad que comemos tan mal?
Yo diría que sí. Hace mucho que mucha gente dejó la dieta mediterránea y se ha pasado a hábitos alimenticios que no han dejado de empeorar en los últimos cincuenta años. Cada vez comemos más animales ricos en grasa sobresaturada y colesterol, más azúcar y comestibles azucarados, más cereales refinados y más comestibles procesados. Solo hace falta ir al supermercado que sea y ver como todo está en cajas, bolsas y envoltorios diversos. Todo procesado, casi nada natural. Al tiempo, todos los años desciende el consumo de frutas, verduras y, sobre todo, de legumbres y frutos secos.
Una mala nutrición está tras las primordiales enfermedades crónicas que aprendemos a ver como algo “natural” en nuestra sociedad, y obviamente no lo son. Voy a hablar de como vivir la jubilación viajando, pero para ello es fundamental que tengamos salud. Huir del sobrepeso y obesidad es poner trabas a enfermedades como la diabetes, enfermedades cardiovasculares y hasta el cáncer.
Cuidar nuestra salud para vivir una buena vejez es fundamental. Siempre nos quedará el recurso a tener en casa todo tipo de remedios artificiales, como el maletin oxigenoterapia y un cuidado botiquín. Es cierto que la ciencia avanza, pero siempre es mejor prevenir que cuidar.
Una amiga, al cumplir los sesenta y cinco y jubilarse, tras toda una vida como funcionaria de la Consejería de Sanidad decidió vivir viajando a partir de entonces. Su primer destino fue la India. Le parecía un sitio mágico. Ya había estado antes y le gustaba el volver, para una larga temporada. Mi amiga es médico y ha cuidado siempre muy bien. Hasta el punto de que a sus sesenta y pico no aparente más allá de unos cincuenta.
Y ya tiene otros viajes planeados. Orlando para visitar los parques de Disney, Miami y varios países de Europa. Solo tiene un problema: a su marido no le gusta viajar. Así es que se va con ella, pero a regañadientes.Ella es parte de una tendencia que está revolucionando el turismo a nivel mundial: las personas que llegan a la jubilación con salud y recursos y dedican su tiempo libre a viajar por los lugares más lejanos del planeta. En alguna ocasión se juntaron a unos amigos retirados y se fueron a China y a Tailandia.
Pero también es verdad que muchas personas mayores tienen temor a hacer turismo solos. Hay estadísticas que señalan que en España las personas que superan los sesenta y cinco años empiezan a ser la minoría más grande. La población que pasó la edad jubilatoria el día de hoy representa el quince por ciento del total: 6 millones de personas en 2017.
Los sistemas previsionales fueron concebidos para tiempos en que nos moríamos entre los sesenta y los setenta años. Hoy ya no es así. La esperanza de vida llega a los ochenta y los noventa perfectamente. Nos quedó esta brecha entre la edad del retiro y el fin de la vida. Se llega con más vitalidad a esas edades. Nos quedó una gran vida posjubilatoria de uno treinta años.Algunas compañías aéreas lanzan ya programas de descuentos para pasajeros jubilados. Hasta de un treinta por ciento más asequibles.
Cuando se llega a los sesenta y cinco la gente se ve forzada a jubilarse, y reina en ellos una sensación de que a uno o una le faltó tiempo para hacer cosas. Los que pueden y tienen energías, escogen salir a recorrer el planeta en viajes. El proyecto de recorrer el planeta los sostiene motivados.
Hay agencias que ofrecen viajes a tarifas singulares para personas mayores. Por todo el mundo occidental.Francisco y Liliana tienen sesenta y siete y sesenta y cuatro años, respectivamente. Cuando sus hijos armaron su familia, debieron repensar su vida. No solo cambiaba su agenda diaria por la jubilación. Cuando llegan esos momentos, primero se padece el síndrome del nido vacío. Pero enseguida se dan cuenta que es el inicio de una nueva y prometedora etapa. Y comienzan a viajar.
Al tiempo, conviene llevar una vida equilibrada y saludable, con unos hábitos de comida sanos, y hacer ejercicio. También influye mucho el estado anímico. Ser buena persona, sentirse querido y tener ricas relaciones sociales hace que tengamos más ganas de vivir. En el momento en que una persona mayor comienza a perder el sentido de la vida, es cuando realmente se hace viejo.