Convertir las lágrimas en odio es algo relativamente fácil.
Cada día suceden cosas que irritan y apenan al alma, y el deseo de asesinar toda la crueldad que envuelve tu vida es algo necesario al final de éste. Entonces, se produce el trastorno de las figuras que percibes, y una neblina verde y asfixiante te impide respirar y te incita a odiar, a desear destruir y arañar con la boca la felicidad de las personas.
No sólo sangramos cuando alguien nos corta, también lo hacemos cuando somos nosotros los que cortamos y mutilamos la vida de otros.
Esta es mi sangre cuando dejo de tener cuerpo.
Destruir los sentimientos es una tarea difícil.
Pero, a veces, conseguimos no sólo destruirlos, sino también borrar recuerdos y momentos felices que fueron parte de nuestra vida. No siempre es fácil encajar en la vida real porque, sinceramente, la realidad no podría dejar indiferente a nadie. Sin embargo, no sólo cuenta el gritar al borde del precipicio o mientras caemos esperando el inminente golpe.
Solo nos queda luchar para dominar la situación, porque siempre encontramos monstruos de piel pálida y ojos amarillos que nos hacen estremecernos.
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