Ayer entré en una tienda y vendían tijeras.
Si después de leer eso no te dan ganas de salir a la calle y comerte el mundo, yo ya no sé.
Verás.
Al lado del teclado desde el que escribo esto tengo un bote con un puñado de bolígrafos, un cuter y unas tijeras.
Ni idea de dónde salieron esas tijeras. Lo mismo formaban parte de un regalo de comunión.
Aún así, el otro día entré en una papelería y tenían una pared llena de tijeras.
Da igual que unas tijeras te puedan durar toda la vida o que haya más tijeras en circulación que humanos en el mundo, a la semana que viene llegará un provedor y traerá más, y a la siguiente más y más y más. Y siempre existirá un tipo dispuesto a colgar más tijeras en esa pared.
Tijeras, tijeras, tijeras. Toneladas de tijeras. Miles de tijeras fabricadas cada día en la máquina de hacer tijeras.
¿No te pone cachondo?
Me refiero a que la lógica dice que no hacen falta más tijeras de aquí al final del universo y sin embargo cada pared de cada papelería y cada estantería de cada tienda está repleta.
Me refiero que en cualquier momento dado existen miles de personas, posiblemente millones, comprando putas tijeras hasta en el punto más remoto del puto desierto.
Me refiero a que es total y completamente irrelevante lo que hayas hecho, las cagadas que hayas cometido o lo que hayas dejado de hacer, que cada segundo que pasa aparece alguien dispuesto a comprar.
Pasa con todo y en todo momento.
Y explotar esas oportunidades solo requiere tener los ojos abiertos y un discurso de ventas.
Esta es tu oportunidad. Aquí y ahora.
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La entrada Solo unos pocos entenderán este post se publicó primero en Luis Monge Malo.
