Debemos enfrentar a nuestro apego desmedidos a bienes materiales y a las personas que se ven de nuestro lado o que se van por muerte a otro lugar, lo primero que debemos aprender es que las personas no son de nuestra propiedad. Son seres humanos con los cuales tenemos la maravillosa oportunidad de compartir, amar y disfrutar de nuestra compañía en el tiempo que Dios dispuso; por tal motivo , cuando los apegos son desmedidos, no dejamos ir a las personas , sea cualquiera el motivo en la que se van; recordando los bellos y mágicos vividos con esa persona tan especial. Por lo contrario, nos llevará a entrar en un proceso de dolor que en nada nos ayudará a superar nuestros apegos a corto o largo plazo.
Pero no sólo tenemos apego a las personas, sino también a las cosos materiales, como el dinero, el juego, a acumular bienes, haciendo de ellos el centro de nuestra vida alrededor del cual construimos nuestro mundo , olvidándonos del ser más importante que está en nuestro interior.
En la medida que nos acerquemos más a nuestro ser interior, daremos su justo valor a lo que está a nuestro alrededor. La verdadera felicidad no está en lo que se anhela ni en lo que se tiene, está en la satisfacción de lo que hemos conseguido con amor, trabajo y esfuerzo.
