La identificación de estas especies es bastante sencilla mientras lucen su librea estival, muy llamativa en todas ellas, pero puede volverse mucho más complicada cuando en otoño mudan a plumajes más sobrios y apagados, en los que dominan los tonos pardo-grisáceos, blancos y negros en diversos matices. Para afinar en la identificación cabe entonces la combinación de elementos tales como el patrón del plumaje, la estructura del ave y su comportamiento. Para un observador bien familiarizado con este grupo, quizás no resultará demasiado difícil hacer identificaciones a larga distancia o en condiciones meteorológicas poco favorables, pero para los más noveles puede parecer un reto casi imposible. Y es que a la dificultad que representa la similitud de los plumajes de las diferentes especies, hay que añadir su carácter de especies buceadoras, que hace que muchas veces la observación se reduzca a los breves instantes que el ejemplar pasa en la superficie.
El Ornitonigma de diciembre nos enfrentaba a dos ejemplares en plumaje invernal del género Podiceps. De las cuatro opciones propuestas (cristatus, grisegena, auritus y nigricollis), fue auritus la más votada. Felicidades pues a los acertantes porque se trata exactamente de esa especie. Pero veamos por qué.
De entre los pequeños zampullines, el zampullín cuellirrojo Podiceps aurituses, el que desde un punto de vista estructural, resulta más parecido a un somormujo. De hecho es habitualmente descrito como un somormujo en miniatura. La frente huidiza casi en linea con el pico, el pronunciado ángulo en la unión entre el píleo y la nuca y las blancas mejillas conforman una cabeza de aspecto triangular semejante a la de los somormujos lavanco y cuellirrojo. Al igual que estos, suele mantener el cuerpo bastante hundido y el plumaje más apelmazado y de aspecto menos algodonoso que los otros zampullines.
Para distinguirlo del zampullín cuellinegro, hay que fijarse además en la extensión y forma del negro en la cara. En auritus, el negro que cubre la cabeza parte desde la base del pico hasta la nuca en línea recta, y está claramente delimitado de las mejillas blancas. El ojo queda a nivel de la línea de demarcación. Por el contrario, nigricollis presenta unas mejillas menos contrastadas, debido a que el negro de la cabeza se extiende hacia abajo, integrando el ojo y formando una línea curva que delimita la parte oscura de la parte clara. Es además menos contratado, mucho más grisáceo. Estructuralmente también es diferente. Destaca por su frente muy pronunciada, que le da a la cabeza un aspecto más redondeado. El pico está ligeramente curvado hacia arriba (en auritus es recto). Los flancos se ven más algodonosos y su línea de flotación está más elevada. Recuerda más a un zampullín chico Tachybaptus ruficollis que a un somormujo.
Podiceps nigricollis
¿Y cómo lo diferenciamos de los somomujos? El mayor riesgo de confusión está quizás con el somormujo cuellirrojo. Éste es estructuralmente más robusto, de cuello corto y grueso, con un pico fuerte en forma de daga. El patrón del plumaje, aunque es muy parecido, difiere en algunos aspectos. El somormujo cuellirrojo también presenta una cabeza negra, pero a diferencia de auritus, el negro no está bien delimitado y se funde con las mejillas claras “ensuciándolas”. Un dato importante, grisegena normalmente se sumerge con un pequeño salto al estilo de los cormoranes, muy diferente de como lo hacen las otras especies del género. Para ver fotos de esta especie os dejo este enlace a la página de Jesús Menéndez.Comentar finalmente que la foto fue realizada en las marismas de Santoña (Cantábria). El único punto de la Península Ibérica donde las cinco especies coinciden con cierta regularidad.