Últimamente estamos muy acostumbrados a las noticias de tipo económico, incluso el más reacio se esta convirtiendo en todo en un experto. Es como si hiciéramos un símil futbolistico, dentro de cada aficionado hay un entrenador, dentro de cada uno hay un economista. Y estamos cada vez más familiarizados con conceptos como el PIB (Producto Interior Bruto), la renta per capita, la balanza de pagos, el IPC (Índice de Precios al Consumo) y la más extendida últimamente que es la famosa prima de riesgo (El riesgo que tiene un país de no devolver sus deudas).
Hasta aquí todo muy correcto, es como retratar la situación de un país concreto o de una región del planeta, analizando sus variables económicas más importantes y así poder compararlas con otros países o zonas dentro del mundo financiero.
Este mapa de situación, no solo es peligroso, ya que últimamente están entre dicho muchas de las cifras que los diferentes países están facilitando a las autoridades internacionales (FMI (Fondo Monetario Internacional), Banco Mundial, OMC (Organización Mundial del Comercio), OCDE (Organización de Cooperación Internacional de países desarrollados), el G-7 (Las grandes potencias internacionales), y sobre todo los mercados financieros). Por lo que la fiabilidad de la economía de cada país cada vez esta más cuestionada, sobre todo por falsear datos de inflación, de balanza de pagos, etc, para dar una imagen al exterior atractiva, pero que no concuerda con la realidad social que se encuentran muchos países.
Es esta la razón por la que esas grandes cuentas, esos grandes números se olvidan de los pequeños detalles, no sólo económicos, sino que también sociales que encierran una realidad mucho más compleja para cualquier inversor extranjero.
Existen muchos oasis económicos que si escarvamos detenidamente podemos llevarnos grandes sorpresas, ya que no es tan fácil y sobre todo tan atractivo como lo hemos visto a priori, hablo de mercados como el de China, o los países emergentes, como Brasil, que sus datosmacroeconomícas son espectaculares, pero a la hora de la verdad, su realidad social es mucho más enrevesada y su nivel de consumo no es tan interesante como nos indican los grandes números.
Ahí es dónde empieza la gran preocupación al proliferar unos objetivos cada vez más especulativos para generar rentabilidad a corto plazo que la creación de negocios de futuro y de sostenibilidad. Y a mi entender, esa no es una solución valida para el crecimiento de los países, sino que haya indicios de que las inversiones beneficien a la mayor parte de la población, y sobre todo, para que no sirvan como una formula de enriquecimiento rápido para unos pocos, tanto autóctonos como foráneos, sino que se empleen para la comunidad.
Tampoco es factible la realización de economías nacionales basadas en enormes deudas contraídas con organismos internaciones, ya que ahogan la posibilidad de crecer y aumentar sus posibilidad de crecimiento y desarrollo, utilizando estas armas macroenómicas como formulas de control de países soberanos dentro de un tablero internacional. Sobre todo por el ansía de notoriedad y avaricia de muchos dirigentes, tanto políticos como empresarios en muchos estados.
No podemos esperar que la solución ante las dificultades de naturaleza económica se resuelvan con las grandes cifras, sino que hay que potenciar las pequeñas cifras como la capacidad de consumo, el índice de empleo, la confianza en la economía, cuenta de resultados de pequeñas y medianas empresas, índice de morosidad de la población, etc. Así podremos conseguir que las pequeñas cifras puedan convertirse en unas grandes cantidades más fiables.
Intentar que la mayoría de la humanidad pueda tener sus necesidades básicas satisfechas, aunque dicho objetivo, sea tal vez una quimera......