Revista Cultura y Ocio
Imagen de Alexei Bednij
"De niños acostumbrábamos a perseguir las sombras. Y
a pisarlas. Las de los demás o las nuestras propias. Era un juego divertido. La
cuestión consistía en iniciar una carrera y saltar sobre ellas para que,
desprevenidas, no pudieran zafarse de
nuestros pies. Pisar las sombras… todo un entretenimiento. Ninguna se quejaba. La sombra propia era
mucho más escurridiza y esquiva que las de los amigos o las de los transeúntes que pasaban por la
calle, y para atraparla, por mucho que
corriéramos, no pasábamos nunca más allá de la altura de sus pies, que coincidían
precisamente con los nuestros. Había ciertas horas mágicas en las que por obra
de un sol declinante en la tarde o gracias
a la luz de las farolas, las
sombras se alargaban y resultaban tentadoras, ¿cómo no ir tras ellas?"
Fragmento de "Mujer sin sombra", perteneciente a
"Desde el laberinto"