Sombras del Paraísopor: Arturo Neimanis
Sombras del ParaísoArturo NeimanisCapítulo XI: La Hija DeseadaJunio 30, 2014
"Como ya es usual, detrás de cada idiota siempre hay una gran mujer". (John Lenon)
Ya sabiendo que había una trama oculta bajo todo el complejo mundo erigido por el Artista, cada vez se me fue haciendo más fácil ver las conexiones, lo que ayer estaba vedado a mis sentidos hoy simplemente era más que evidente. No solo había algo intrínseco a la energía vital con la que cada ser era creado, esta además seguía un patrón fijo, fuese en las artes, la ciencia e incluso en la maldad. Fue así como me propuse, en paralelo al trabajo que debía cumplir, seguir esas conexiones para ver a que me conducían al final. Fue por esta afición que adquirí que me fue posible conocer y admirar a una maravillosa mujer, una verdadera bendición musical.
Después de la invasión del año 43, Inglaterra pasó a ser territorio del gran Imperio Romano, pero Boudica fue la mujer que consiguió organizar a todas las tribus británicas y vecinas para que se levantaran en contra de la opresión, manteniendo una dura lucha a lo largo de los años 60 y 61 contra el imperio entonces dirigido por Nerón. Allí la conocí durante mi viaje de adiestramiento pero no supe ver esa llama interior que la caracterizaba.
Me la volví a encontrar hacia principios del siglo II, me encontraba en lo que actualmente es España, en la vía que iba desde Legio (León) hasta Portus Blendium (Puerto Calderón), en Cantabria. Fue tanto el impacto que causo en la zona que hasta le pusieron su nombre (bueno, el que tenía para esa época, Amaia) a un poblado, más o menos a mitad de camino entre Rhama y Villegia. Allí tuve la oportunidad de oírla cantar y de ser un bárbaro, juraría por todos los dioses, que nunca oí a nadie igual. Su voz me transporto a un estado tal en el que comprendí que, aunque sea a ratos, si es posible experimentar la felicidad, aun después de muerto.
Nuevamente disfrute de sus melodías en el 574, me encontraba todavía en Cantabria cuando esta fue atacada por el rey visigodo Leovigildo. De allí, le perdí la huella durante varios siglos. No fue sino hasta el 714 que la encontré cerca de Asturias, huyendo del caudillo árabe Musa ben Nusayr.
Si me dedicara a escribir horóscopos, cosa que no creo que haga nunca, la describiría como una persona con una naturaleza emotiva vehemente, puesta de manifiesto en su expresión artística, abierta a las cosas del honor y las del humor.
Me dio la impresión de ser una persona consecuente, todas las veces que me la he encontrado siempre ha sido una artista, de una u otra manera. Nada la expresa mejor que la comodidad y utilidad de su atavío personal, aun cuando a veces la encontré solo vestida con harapos. Su mente es puro pensamiento desbordado que eleva las ideas y hace de cada idealización una realización. Ama las cosas más al crearlas que al disfrutarlas. Me la imagino a lo largo de sus vidas no solo como músico, creo que podría destacar como médico o enfermera, como filántropa, tal vez abogada o escritora, con toda certeza pintora o bailarina. La he conocido en todas estas facetas.
Si me impacto fuertemente con su aptitud musical, más aun lo hizo con su relevancia histórica, ella es del tipo de personas clave con las que me he encontrado a lo largo del tiempo que siempre están donde deben estar en cuanto a momentos cruciales se refiere. Algunas veces se hizo famosa, en otras quedo de incognito, pero siempre que me la encontré, de seguro que hizo la diferencia.
Ella era la energía vital que movía a Lucia Anguissola con la que me tropecé allá por 1550, a Lavinia Fontana en 1600, Mary Wollstonecraft en 1750 (cuanto disfrute leyendo su libro “Reivindicación de los derechos de la mujer”, en el cual argumenta que las mujeres no son inferiores por naturaleza, sino que es la falta de medios y el no acceso a una educación apropiada lo que genera esa diferencia. Del mismo modo, fue la primera mujer, en tiempos modernos, en sugerir abiertamente que hombres y mujeres debían ser tratados como seres racionales e iguales, estableciendo un único orden social basado en la razón.) Y la que quizá sea la que más me marcó, María Callas en 1970.
La conocí en muchas otras manifestaciones pero sus nombres ahora no nos dicen nada, quedaron en el limbo de la historia, pese a que hicieron historia, lo cual no deja de tener su poquito de ironía.
Ella reafirmo mi creencia acerca de las características inherentes a la fuerza vital con la que El Artista, a través del guardián, nos ha moldeado a cada uno de nosotros.
Hay ciertos periodos de la historia que me han sido vedados y estoy comenzando a creer que es para evitar que me encuentre conmigo mismo. No ha sido sino recientemente que he llegado a saber que uno de sus nombres, el que uso hace muchos siglos, Amaia, significa “hija deseada” en idioma Vasco, realmente que sí, cualquiera desearía tenerla como hija.
El solo hecho de ser su padre ya sería una gran contribución para este planeta.
Continuará...