Alienaragorn
Siempre que conseguimos un logro positivo al realizar un objetivo planteado ya sea hacer deporte, aprobar un examen, finalizar las tareas en un trabajo específico, empezar un proyecto o ir a ver a tu hijo en esa disciplina que tanto le gusta, lo hacemos porque creemos que somos audaces, sensacionales y valientes. Nuestro ego crece hasta cotas increíbles porque hemos alcanzado la meta que nos habíamos propuesto. Da igual la dificultad o complejidad de la "misión encomendada", da igual si era un proyecto casi científico o por el contrario simplemente teníamos que hacer una paella, una tarea mucho más sencilla. Lo importante es que independientemente de los inconvenientes que pudieran surgir, se ha logrado con éxito finalizar el objetivo marcado. Y eso lo hemos hecho porque somos espectaculares, increíbles y creemos en nuestras posibilidades.¿Qué ocurre cuando es al contrario?.¿Cuando las cosas no salen como pensábamos y las situaciones se nos complican?.
Pues solemos pensar que ya no somos tan osados, tan sorprendentes ni tan maravillosos. Todo porque la adversidad nos ha tocado con su puñetera varita, porque un problema desvergonzado se nos ha planteado o bien una nueva situación familiar, social o profesional nos amedrenta. Probablemente nuestra autoestima se vea afectada, nuestra seguridad personal se altere y muchos de nuestros miedos comiencen a surgir. Así somos las personas.
Sin embargo quiero recordar que justo antes de que pasara esa contrariedad,
ese trastorno de nuestra forma de vida, éramos "capaces" de recorrer la muralla china en dos horas y de subir el Everest en una mañana. ¡De todo eso y mucho más!.Esta jodida y descarada vida nos da y nos quita en cualquier momento aquello que pensábamos que era imprescindible y necesario para vivir, esa alegría, esa seguridad y esa razón necesaria para mantenernos erguidos, para superar cualquier batalla que se nos presente.
Dependemos de nosotros mismos para coger el pulso a los problemas, por muy importantes que sean. Tenemos que tener la capacidad de digerir los obstáculos y contratiempos que nos surjan. Podemos hacerlo, analizando nuestras fortalezas y potenciándolas para mejorar la posible desgana o apatía que haya podido generar una situación desfavorable. No podemos bajar los brazos, no tenemos tiempo de deprimirnos, ¡hay mucho que hacer para solucionar las dificultades!
"No podemos elegir los tiempos que nos tocan vivir, lo único que podemos hacer es decidir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado" Gandalf.