Mi profesora de Historia Antigua, una eminente egiptóloga a punto de jubilarse, es la autora de una extraña teoría que relaciona a las distintas culturas antiguas con un color. Puede que todo surgiera como una regla nemotécnica para diferenciar a los hititas de los elamitas, pero en el examen del primer parcial de la asignatura se atrevió a preguntarnos de qué color eran las culturas indoeuropeas, juas, juas. Yo, que soy un empollón gafotas, pero que rara vez voy a clase, lo vi claro: "los indoeuropeos SOMOS azules, porque es el color del mar Mediterráneo en el que se desarrollaron todas esas etnias venidas de las estepas rusas hace miles de años: griegos, micénicos, romanos... (estoooo)... persas, iranios, celtas, arios, germanos... (ejem, ejem). Omito más relación por falta de tiempo". Y salí media hora antes.
Al llegar a casa me picó la curiosidad y descubrí en el blog de la profesora la solución, pelín subjetiva, no me lo neguéis. Los sumerios son amarillos, dice, como el color de las cañas que hay en los ríos de Mesopotamia. Los antiguos egipcios son naranjas, como las piedras con que construyeron sus pirámides. Los semitas verdes, como los jardines que cultivaban en Babilonia. Los indoeuropeos son azules... ¡¡ole, ole!!... por el color de sus ojos... ¡vaya!. La razón era étnica como podía haber sido lingüística. En fin, espero aprobar, la mitad está bien.Han pasado varios días y sigo dándole vueltas al tema. Me importa poco la razón, pero que los indoeuropeos somos azules lo veo clarísimo. Los asiáticos son amarillos, como su piel desteñida, y los latinoamericanos marrones, como los granos de café que crecen allí. Me estoy gustando, ¡seguimos para bingo!. Indurain siempre fué azul, Butragueño blanco inmaculado y Santiago Carrillo rojo rojísimo. Todos tenemos un color que identifica nuestro físico o nuestra personalidad. A mí me gusta el gris, combina con todo.
Del mismo modo, algunas marcas han conseguido una identificación tal con el color que viste sus productos, que al pensar en ese color, nuestra flecha mental no sólo apunta a la marca, sino muchas veces al producto en sí. Un claro ejemplo es Coca Cola. En este caso el color rojo no solo identifica la marca, sino la bebida de cola. Yo no compraría una lata de refresco de cola verde, ¿y tú?. Lo que sí compraría sería una cerveza de color verde. Heineken, nos ha bombardeado desde hace años con una idea: somos verdes, y ha conseguido que una cerveza insulsa (para gustos los colores, y nunca mejor dicho) sea conocida y consumida en todo el mundo. Me viene también a la mente el blanco y rojo de las chicas de Evax, colores que asocio directamente con un producto que nunca consumiré.
Movistar, "somos azules" artículo Cinco Días.
En definitiva, el conjunto formado por marca-color se quedará grabado en nuestro cerebro, pero casi siempre hay que ayudarle a identificar esa sociedad. Los expertos recomiendan contrastes de color que faciliten la lectura o la visibilidad de la marca, los más fácilmente identificables son negro sobre blanco, rojo sobre blanco, amarillo sobre negro, blanco sobre azul y rojo sobre negro. Y así tenemos a Mc Donalds, amarillo y rojo, Facebook azul, Kodak amarillo, Starbucks verde, Marlboro rojo, o Google, que se ha destacado con una imagen multicolor.
Volviendo a mi examen de Historia Antigua, puede que el motivo por el que identifiqué enseguida los pueblos indoeuropeos con el color azul fuera distinto del de mi profesora, pero el azul que llega a su cerebro a través de las células de sus ojos tampoco es el mismo que el que llega al mío, así que en principio no temo por mi aprobado.