No voy a molestarme en hacer un alegato acerca de la inutilidad del Senado. Eso ya es más que evidente. Todos los sabemos, incluso los mandamases, pero lo mantienen para poder colocar así a las viejas glorias y que sigan dándose la vida padre sin dar golpe. La justificación del señor Gonzálvez, en este caso, es que todo ocurrió en el ámbito privado. Hay que tener la cara como el cemento armado. Como si eso pudiera eximirle de la culpa. Si en un ámbito privado yo, o cualquier empleado de este país, nos mofáramos de la violencia de género, de los homosexuales, de la desnutrición... y se enteran los jefes —y no olvide que los jefes de los políticos, somos usted y yo— mañana estaríamos en la calle. Pero ya sabe cómo funciona la política. Tras una pifia, el susodicho pide disculpas con la coletilla de por si ha podido molestar a alguien, y a otra cosa, mariposa. Es decir, hasta que haya otro escándalo que haga olvidar mi metedura de pata. O en su defecto que el árbitro no pite penalti a favor del Madrid o del Barça. ¡No señores políticos! Si usted se equivoca de gravedad, pide disculpas... y entrega el acta de diputado, de senador, o lo que sea menester. Abandona la política y a trabajar. A doblar el lomo, como hacemos los demás. Ya que somos gilipollas, que lo seamos todos. No siempre los mismos...
Piensen.
Sean buenos.La canción regalo de hoy viene de la mano de Fräulein Gesundheit. Beat on the brat. Sacude al mocoso. Por más que hemos pensado canciones, no consideramos que el señor Gonzálvez se merezca otra. Con todos ustedes: ¡Ramones!
https://www.youtube.com/watch?v=3HUGeA2lur4