Revista Opinión

¿Somos los pobres los únicos sin conciencia de clase?

Publicado el 10 mayo 2019 por Carlosgu82

La clase obrera tiene responsabilidad en la sociedad capitalista de la concentración de riqueza, cuando favorece y consume el comercio concentrado. Es decir, en lugar de comprar en la tienda de barrio, en múltiples tiendas de barrio: panadería, carnicería, frutería, pescadería… Se deja llevar por la facilidad de las grandes superficies. La comodidad de hacer todas las compras en un mismo lugar.  Aquellos tenderos  de antaño se ganaban la vida honradamente, aun siendo autoempleados, pero sin forrarse a costa de los ciudadanos, sin concentrar riquezas, con el sudor de su frente y el trabajo de sus manos.

Las grandes superficies basan su negocio en la explotación de los trabajadores, y la atención y concentración de ventas de cualquier tipo de producto que pueda consumir el ciudadano.

De eso se aprovechan las grandes fortunas, incesantes en la búsqueda de nuevas oportunidades de mercado que concentren toda la atención del ciudadano en su comercio.

Caemos en las trampas del capitalismo una y otra vez. Y esto no es nada nuevo. Ya lo comentaba Aleksandra Kollontai hace casi un siglo. La sociedad capitalista del siempre crecimiento estrangula a la clase obrera con sueldos indignos y explotación laboral, conduciéndoles a trabajar más horas. A tener más trabajos.

Incluso vende el acceso de la mujer al mercado laboral como un signo de modernidad, que luego se convierte en un símbolo de la dependencia. Ya no es un miembro de la pareja trabajando a destajo, horas extras, por un sueldo indigno. Ese sueldo se convirtió en tan indigno, que es necesario que ambos miembros de una pareja tengan la necesidad de trabajar para poder pagar los gastos de una vida humilde.

Esto lleva a no tener tiempo para cuidar a los hijos y tener que usar guarderías, con un coste que obliga a echar más horas extras a ambos.

Esto lleva a tener una vida dedica en exclusiva al trabajo, y en consecuencia, no disponer de tiempo de esparcimiento para la cultura, el deporte y la familia.

Esto lleva a reducir el tiempo a dedicar a una tarea tan simple como proveer la despensa, y por ello, acudir a las grandes superficies, entrando al juego de la burguesía, donde otros trabajadores viven esclavizados por un sueldo indigno.

Esto lleva a tener una vida de esclavitud, encerrado en una burbuja de ignorancia, que impide que seamos conscientes de cómo es el mundo, y cómo es posible cambiarlo. De cómo es la justicia, y qué merece el ser humano en la única vida que va a tener, en la que la mayor parte del tiempo vive para hacer que las élites viva mejor.


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