¿Somos tan diferentes?

Este caballero se enfrenta a la muerte en Irán por defender un modelo de educación, más que por profesar una determinada fe. Es obligatorio educar a los chiquillos en el fanatismo islamista, so pena de poner en peligro la poltrona de los jerarcas político religiosos de estos países. En la ignorancia está el caldo de cultivo del totalitarismo, de cualquier signo, y el amigo Yousef puede pagar con la vida rebelarse contra un sistema preestablecido por un poder dictatorial. A D. Arturo Mas le cuesta entender el español que hablan los andaluces o los gallegos e insiste en educar a todos los muchachos, y muchachas para ser políticamente correcto, en catalán como lengua vehicular, dejando de un lado al español, que es mucho más importante. También en las provincias vascongadas y hasta en Galicia, se educa a las futuras generaciones en el separatismo como único medio de defender la propia idiosincrasia, lo que es un gran engaño. La diferencia entre el fanatismo iraní y el catalán, es que los musulmanes están algo más avanzados en la capacidad de cometer barbaridades: Así, mientras en Cataluña se multa por rotular en español, en Teherán se lapida a una señora por el imperdonable delito de haberle puesto los cuernos a su marido, que tal vez, tenía otra media docena de esposas. Luego, los hijos de Montilla, o de Pepe Blanco, se forman en centros privados de alto nivel, porque una cosa es decir lo que procede en el trabajo y otra bien distinta lo que cree en su fuero interno. Los políticos, en general, no tienen vergüenza ni principios, y nuestros líderes no se diferencian sustancialmente de los que cuelgan homosexuales. Seguimos prohibiendo en nombre de la libertad y eso es una paradoja que pasará factura más pronto que tarde.