Revista En Femenino

Son cosas de niños….

Por Peineta

Acabo de ver en la tele una noticia más de bullying con final terrorífico. En nuestra época no existía esa palabra ni había noticias, simplemente "ya sabes cómo son los niños". Después de 25 años les puedo decir que hay cosas que con el tiempo se curan, sobre todo porque a veces la gente recapacita, porque la distancia hace su trabajo pero sobre todo porque un entorno nuevo y sin etiquetas hace que la vida te enseñe otras maneras de compartir. Y te enseña lo que tú vales.

Soy madre de un hijo de 6 años y siempre he creído que los niños son muy sinceros pero a veces pueden llegar a ser crueles, pero aun peor es cuando esos niños van creciendo y van acercándose a la adolescencia. Es importante intentar educarles en el respeto y la tolerancia pero sobre todo en la diversidad, en evitar el daño por el daño y les prometo que a veces es complicado. Ha habido días en los que he vuelto del parque con ganas de colgarle de un pino y cantarle las cuarenta a mí hijo.

Pero como bien dije el otro día hay que valorar su edad para contarles ciertas cosas, pero ganas me dan de contarle eso de:

"Habíase una vez una niña bien rechoncha de carácter risueño, habladora y un poco diferente al montón. Sus padres la trajeron con tres años a un pueblo pequeño y por pequeño me refiero a pequeño. Como buena camaleona se intento adaptar a todo, hasta el punto de aceptar hacer la comunión para no quedarse fuera del redil habitual (aún se pregunta como su padre no entiendo la insistencia de ella), porque con los padres estas cosas no se hablan, no saben exteriorizarlas. Esa niña tenía una madre de origen andaluz, no muy usual en aquellas tierras por aquel entonces y fíjese por donde a esa niña le molaban los tacones, el flamenco y la juerga. Los Martens, las bombers y las camisetas de Fito a rayas no le molaban. Por no decir que su madre tenía un gusto estilístico diferente a las madres locales, y entre su cuerpo y la ropa que su madre elegía no había día en que no hubiera mofa. Eso sí ninguna tuvo una abuela tan costurera y moderna como la suya que les hiciera todas esas prendas que luego tan de moda se pusieron.

Nunca les contó a sus padres por todo lo que paso, nunca hasta el día en que se encontró acorralada a la salida del colegio por 5 chicos de su clase, uno le tiraba de los pelos, mientras otro le pegaba puñetazos en la tripa, otro le daba patadas y el otro le gritaba maqueta y chivata. Ella miraba alrededor y solo veía las caras de la gente de su clase que no se inmutaban....se recompuso como pudo y se subió en aquel autobús que le llevaba al comedor escolar, se subió bajo la mirada, las burlas y el orgullo de los espectadores, casi tuvo que suplicar que le dejaran llamar a sus padres. Aquella tarde su padre dio la cara por ella totalmente abrumado (ante la relajada actitud de la tutora) y mientras en su clase alguien con una navaja rajaba su nueva mochila recién regalada para su cumpleaños. Nunca se llegó a reunir a los padres de esos niños de 12 años y explicar la gravedad de lo que habían hecho, se les envío un comunicado.

Son cosas de niños….

La niña tuvo que seguir conviviendo con aquello aún un curso más. A día de hoy se cruza a más de uno por la calle y mucha de la gente que estuvo de espectadora es parte de su vida actual. Lo que esa chica nunca entendió es porque los estigmas y las etiquetas te acompañan tantos años. El día del graduado escolar pensó que aquello se había terminado, pero entonces llego el instituto y allí se unieron las fuerzas del colegio más las del pueblo...No había día en que no tuviera que borrar de la pizarra comentarios o chistes sobre ella.

Lo que ella nunca entiendo es porque su padre no entendía porque ella no tenía Kuadrilla, la de la ikastola, la de toda la vida....qué difícil es contar las cosas cuando eres el hijo. Es difícil decir que cada excursión la temía por no tener con quien sentarse en el autobús, ir nerviosa con alguna prenda nueva temiendo las burlas, no saber que insulto o rima escucharía ese día, no saber quién le daría esa colleja en las escaleras, o simplemente ver como no existe cada día a la hora del recreo.

Con los años viajo, conoció, amó, disfrutó, compartió y vivió mucho, fue volviendo poco a poco al pueblo, lo siguió viendo pequeño pero ella grande y colorín colorado este cuento se ha acabado."

Este septiembre hará 20 años que cogí un autobús con dos maletas rumbo a Granada, me escapaba de un sitio y huía de mucha gente, de un ambiente y de una etiqueta que dolía mucho. Sólo tres meses en un lugar diferente como la universidad me sirvieron para saber que el problema no lo tenía yo. Mi abuela me decía, que agustico se te ve, estas hasta guapa, te gusta a ti esto ehhh?? Aquí nadie te tiene ojeriza. Yo sonreía me terminaba mi plato de calamares y salía lista a comerme el mundo sin pensar ni que llevaba puesto, ni a quien me iba a cruzar, simplemente disfrutaba sin más preocupación que aprobar lo máximo y no liarla mucho.

Son cosas de niños….

No voy a pasar factura ahora a nadie, tengo mis pequeños traumas y odios que no supero pero bueno es mi castigo. Hoy soy madre de un niño con aires de líder, al cual no sé cómo decirle que un simple gesto o mofa daña mucho, que tiene una suerte increíble pero que la sepa usar sino esa arma se puede volver en su contra. Y que burlarse en el fondo es una muestra de cobardía y envidia.
Si eres padre y estás leyendo esto decirte que uno de los problemas del bullying o el acoso escolar para mi reside en la conexión padres-colegio, y que a veces cortar de raíz a tiempo puede ser una buena solución, porque hay vicios que no se quitan por una charla con la profesora y medidas sencillas. Ser la mofa diaria de toda una clase no es moco de pavo. Pero sobre todo lucha por que tu hijo tenga un carácter propio, que sepa lo que vale y que tu se lo recuerdes cada día. Pero sobre todo su vida, su tranquilidad y su salud mental valen el esfuerzo de mover tierra y aire. Y para eso es importante que le escuches, que le observes y que le des importancia a cosas que a veces son simplemente "cosas de niños".


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