Exacto, la última vez que escribí fue en 2016. Tampoco ha pasado mucho desde aquel entonces, básicamente estoy igual, pero ahora con una hora menos y en una biblioteca, no sé si con glamour londinense, pero sí con estuche-mochila-chaqueta de Harry Potter dándolo todo mientras me debato en la dicotomía del “qué c*ñ* hago aquí” y “vas a petarlo al máximo en estos tres meses de estancia soñada”.
La cosa es que si eres de los que me leías cuando aún estaba en los 20 y no me había visto canas, sabrás que normalmente solo los domingos por la tarde eran óptimos para escribir dramas varios, y hoy no es domingo. Así que, tranquil@, solo me ha entrado nostalgia y he decidido publicar esta entrada para anunciar que, a lo mejor, si alguien me lee, retomaré estos días estos otros cuentos que dejé en barbecho y que aún siguen deambulando en mi cabeza. Será porque en mi propio blog solo me tengo que citar a mí y no hay bibliografía que consultar, ni guía de estilo que seguir ni revisión posterior que corregir. Aunque más bien será porque no tengo diario y hablar conmigo misma diariamente más de 15 horas al día me está llevando a mis orígenes… de locura.
En fin, os dejo con mi primer decálogo de cosas que me pasan últimamente:
- Las ardillas ya no me sorprenden: vista una ardilla (o dos, o tres o cuarenta), vistas todas.
- Las bandadas de cuervos… (aplicar casuística número 1).
- Mis conversaciones más fructíferas de la biblioteca a casa se basan en pedir disculpas por la de veces que casi me choco con alguien… ¿por qué, señooo?
- Digo más “sorry” que respiro (aplíquese a la casuística número 3, entre otras).
- He tardado casi tres semanas en más o menos poder pagar con el dinero justo sin parecer una anciana de 200 años mirando el monedero.
- He aprendido a vivir con la incertidumbre de: “Dios, qué buen día, seguro que llueve”.
- Estoy empezando a comprender que casi podría doblarle la edad a muchos de los que me rodean, y yo ni lo noto.
- Leer en un parque no es tan idílico como parece, y menos si eres la única del parque que se pone a la sombra.
- El Primark ya no me motiva… Señooo, sácame de esta pesadilla…
- Y último, pero no menos importante: no entiendo como hubiera sobrevivido a esta aventura sin Broncano, Skype y Netflix. La milenial de mi alma no lo concibe.
Me vuelvo a lo que he venido a hacer aquí, avanzar en la vida. Y no a escribir esto que no va a ningún… Sorry, me voy a leer a un parque, mientras las ardillas me rodean y escucho a los cuervos que casi se llevan mi Soya Latte de 2.10 pounds pagado con trescientas monedas de todos los cambios después de verme otra cana y ponerme la chaqueta de Harry Potter rodeada de gente en tirantas. En fin, podría seguir, pero me imagino que tendrás mejores cosas que hacer.
Hasta otra rallada