Uno de los debates mas apasionantes y trascendentales de la actualidad española es el que analiza la corrupción, injusticia y torpeza de los políticos españoles y se pregunta si esos miserables que están conduciendo a España hasta el matadero son un reflejo fiel de la sociedad española o lo peor de esa sociedad. ---
Muchos estamos hartos de escuchar mentiras y argumentos falsos, lanzados en artículos de prensa y en tertulias de radio y televisión por periodistas corrompidos e incultos que se comportan como verdaderos perros al servicio del poder. Acabo de escuchar en la COPE, en la tertulia matinal, que “los políticos son el reflejo fiel de la sociedad española”. Agregan que al fin y al cabo los hemos elegido nosotros mismos. Lo dicen y se quedan tan panchos, a pesar de que esos políticos ineptos, corruptos y arrogantes ni son el reflejo auténtico de la sociedad española, que es mucho mejor que sus políticos, ni los hemos elegido nosotros, sino los líderes de sus partidos, que son los que elaboran esas antidemocráticas listas electorales cerradas y bloqueadas, que los ciudadanos no pueden alterar sino únicamente aceptarlas o rechazarlas.
La sociedad española está corrompida, por supuesto, pero ha sido corrompida desde arriba, por sus líderes políticos, lo que convierte a la clase política en la gran culpable del drama y en el mayor problema del país, algo que debe ser erradicado si el país quiere resurgir y recuperar su dignidad histórica.
Afirman también que “no todos los políticos son corruptos” y que “condenarlos en bloque es injusto y peligroso”, pero olvidan el argumento sustancial de que todo político que guarda silencio y no denuncia la corrupción, la arbitrariedad y el abuso de poder que le rodea se convierte en cómplice y en culpable, lo que permite generalizar y llamarlos masivamente corruptos. Que sepamos, ningún político ha acudido a los jueces para denunciar a los recaudadores oficiales de su partido o a los comisionistas que cobran por obtener contratos o recalificar terrenos. Todos guardan un silencio cobarde y delictivo que le convierten en miserables cómplices del abuso y del delito.
La participación de los periodistas en el gran engaño de los ciudadanos españoles, a los que el poder miente reiteradamente y sin escrúpulos, es cada día mayor, lo que sitúa a la profesión peridística en la ignominia y el más profundo descrédito.
No sé que es peor si la estupidez y alejamiento de la democracia de nuestros políticos o la incultura y alejamiento de la verdad de nuestros periodistas, sobre todo de aquellos a los que el poder permite que utilicen los espacios destacados en la prensa y los micrófonos en radio y televisión. Ambos, políticos y periodistas, junto con los jueces, integran el trio más culpable e implicado en el actual desastre de España, culpables directos o indirectos de que el país haya sustituido la democracia por una dictadura de partidos y la decencia por un sistema vulgar e injusto de abusos, arbitrariedades y corrupciones.
Yo les pregunto a mis compañeros periodistas ¿Por qué no denuncian la inmoralidad intrínseca que encierra que los políticos esquilmen a los ciudadanos con impuestos insoportables y que desmonten servicios tan vitales como la sanidad y la educación sin antes haber desmontado el sobredimensionado Estado, plagado de miles de instituciones inútiles, creadas sólo para poder burlas los controles al endeudamiento público y para colocar con sueldos del Estado a los familiares y amigos del poder? O ¿Por qué no existe prácticamente diferencia alguna entre los planteamiento corruptos y abusivos del PP y del PSOE, partidos corrompidos hasta la médula y habituados a anteponer sus propios intereses al bien común? O ¿Por qué la ley no es igual para todos? O ¿por qué no les ocurre nada a las decenas de miles de políticos, conocidos y visibles, que se han enriquecido ilícitamente con la política y no pyueden justificar su patrimonio? O ¿por qué nadie denuncia que las subvenciones se le conceden a los amigos y se les niegan a los adversarios o que cientos de oposiciones y concursos públicos han sido trucados y alterados, violando todos los principios y leyes que garantizan la igualdad, la limpieza y la libertad?
El periodismo español se está cargando de ignominia y es ya considerado, con toda razón y justicia, por los ciudadanos como una de las tres profesiones malditas del sistema, junto con los políticos y jueces.
La única salida que tiene el periodismo español en este momento es "rebelarse" abiertamente contra la casta política y los otros poderes dominantes, que les tienen sometidos, y empezar a proclamar las grandes verdades que ocultan. Tienen que empezar a abrazar la verdad y explicar a los ciudadanos que están siendo engañados, que España no es una democracia y que la ética está plenamente ausente de la "cosa pública", lo que convierte a la política española en un estercolero y a los partidos políticos en organizaciones de malhechores merecedoras de disolución y condena, si existiera una Justicia democrática y limpia en este país.