¿Los hermanos nacen o se hacen? Este ha sido un tema recurrente en varios debates en los que he participado esta semana. De un lado los padres de dos, tres, cuatro hijos defendiendo las familias numerosas, pese a lo difícil y costoso que puede suponer en ocasiones. Del otro, las que tienen un sólo hijo y no necesitan más. Es una decisión tan particular y personal que no hay nadie con la razón absoluta.
"Como en mi familia son muchos primos, mi hijo no necesita hermanos". Este convencimiento de una madre conocida es el que más me ha rondado la cabeza estos días. Aquí si que difiero. Lo que te aporta un primo no es comparable al día a día con un hermano. Las batallas, los juegos, los enfados, los juguetes compartidos, las experiencias "de casa", el esperar el turno, el "me ha roto mi cuento", heredar un jersey con veinte lavados, las peleas diarias y las miradas, son diferentes. Ni bueno ni malo, diferente. Este artículo de La Vanguardia refleja a las mil maravillas las ventajas de tener un hermano.
Los hijos únicos no tienen que compartir a sus padres, gozan de su atención plena y tienen una mayor seguridad, como explican aquí y allí.
¿Quién recuerda esta serie?
Creo que todos alguna vez hemos deseado vivir en la casa de los Brady. Las familias numerosas nunca se arrepienten de serlo. Es asombroso comprobar cómo un niño de 12 años es tremendamente maduro cuando es el primero de cinco, de una gran familia.
Mamá Astronauta