Revista Opinión

Son nuestros corruptos

Publicado el 27 marzo 2012 por Cronicasbarbaras

“Son corruptos, pero son nuestros corruptos”, ha dicho la población andaluza al perdonar al PSOE, aunque obligándolo a gobernar sin mayoría absoluta con los comunistas de Izquierda Unida.

El resultado de las elecciones andaluzas de este fin de semana recuerdan la frase de Franklin Delano Roosevelt, presidente estadounidense, cuando dijo en los años 1940 del siglo pasado sobre el dictador nicaragüense Anastasio Somoza aquello de "Será un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta".

Los votantes parecen creer que que así se controlará lo peor de los socialistas, su kakistocracia, que gobernó durante tres décadas.

Para los países más puritanos de Europa Andalucía es ahora otra Sicilia, aunque sin la violencia de las escopetas.

Veremos cómo le afecta internacionalmente a España que una región, la sexta parte del país en superficie y población, acepte ser gobernada por corruptos si “son de los nuestros”.

Si Richard Ford y George Borrow volvieran ahora, más de siglo y medio después de sus viajes por Andalucía, describirían un pueblo cuyo fondo es esencialmente parecido, en el que las relaciones están viciadas por un gran resentimiento social.

Porque lo que hay es una parte mayoritaria muy resentida socialmente --ay, la venenosa envidia española-- y otra que, bien por descendencia o porque ha triunfado con su talento, forma una élite social o cultural ajena a la primera.

Esta segunda ha crecido mucho, pero aún es minoritaria. Y en ella aparecen las personas hechas a sí mismas, a las que el rencor de los otros califica de señoritos, como a los aristócratas dueños de cortijos.

Representan al PP, y quizás sean más ilustrados y cosmopolitas, pero con esa imagen señoritil no son “nuestros corruptos”.

Lo asombroso es que la dirigencia de los gobiernos andaluces del PSOE es también señoriotil: al menos sus dos últimos presidentes son hijos de altos jefes del ejército franquista.

Tanto Manuel Chaves como José Antonio (en recuerdo de Primo de Rivera) Griñán nacieron entre uniformes y como estudiantes vivieron en residencias militares.

Son aristócratas que han conseguido conquistar a los resentidos sociales que prefieren la kakistokracia a la aristocracia.

Así han formado una oclocracia, el  gobierno de las muchedumbres parásitas, acomplejadas y vengativas que tantas veces dominó España.

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